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Elecciones 1979

Carrillo suaviza sus ataques a los socialistas

Santiago Carrillo, secretario general del PCE, en un mitin que pronunció ayer en un cine de Aranjuez inclinó sus críticas a la derecha y suavizó sus pasados ataques a los socialistas. En concreto, el líder comunista lanzó un duro ataque contra la Conferencia Episcopal y su declaración sobre las elecciones, mientras acusaba al Gobierno de UCD de gestionar los comicios con menoscabo de la democracia.

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Comenzó por atacar a la ultraderecha, «esos que escriben Carrillo, asesino, y que son los que han estado asesinando a manos libres durante cuarenta añ.os», y pasó después a criticar a UCD, «que no tiene ningún derecho a presentarse como autora del cambio ni la adalid de la democracia, cuando no está respetando las reglas democráticas en estas elecciones, sino que el Gobierno las está preparando a base de que no aparezcan en televisión más que los ministros y hombres de UCD, o los obispos, mientras se silencia a los partidos».Sobre la declaración de la Conferencia Episcopal dijo que de hecho es una aprobación a UCD y a la derecha y una censura a la izquierda, y lamentó que cuando en España están planteados numerosos y graves problemas los obispos presenten como cuestiones decisivas el divorcio, el aborto y la enseñanza, lo cual, para el líder comunista, revela que la Conferencia Episcopal está muy lejos de lo que se llamó «la Iglesia de los pobres».

Puesto que parece que la Iglesia aceptaría el divorcio y que la enseñanza privada está garantizada por la Constitución, consideró que el único problema sería el aborto, «que los comunistas no queremos, como no lo quieren las 300.000 mujeres que abortan al año en España, pero ante el que hay que tomar medidas para que no sea objeto de una especulación indigna y se pueda hacer a tiempo y con seguridad».

Reconoció más adelante que los electores pueden estar decepcionados por los escasos resultados de la democracia, y haciendo la salvedad de que los diputados comunistas han cumplido su tarea, culpó de esa falta de frutos a la existencia de un Gobierno monocolor «de banqueros, industriales y representantes de las multinacionales » y a la negativa del PSOE a entrar en él, llevando la representación de los trabajadores, así como a la formación de un Gobierno de concentración democrática, que hubiera llevado mucho más adelante las medidas de reforma.

Ante la afirmación de Adolfo Suárez. en el sentido de que UCD puede volver a gobernar en solitario, replicó que «no se lo cree ni él».

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