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Elecciones 1979

Moderación general en la oferta electoral ante el 1 de marzo

La oferta electoral de los partidos y coaliciones de ámbito estatal aparece este año más completa y detallada que en las elecciones del 15 de junio de 1977. Al mismo tiempo, los programas de las nueve opciones presentadas aquí -que ocupan más de doscientas páginas- están teñidos de un evidente aire de moderación, con la única nota discordante de algunas propuestas de la extrema izquierda, en la cual se han refugiado los restos de los viejos programas de la ruptura democrática.Los textos más detallados son los de UCD, PSOE y PCE. Entre los dos primeros existen mayores diferencias que entre los del PSOE y PCE; los dos partidos de la izquierda parlamentaria ofrecen soluciones similares a la mayor parte de los problemas, y las diferencias -derechos de la mujer, programa energético, concepción sindical, matices económicos- son menores que las coincidencias. Casi todos los programas adolecen de ambigüedad y sus autores han colocado eslóganes o palabras clave cuando no han desarrollado una oferta programática clara: por ejemplo, el programa socialista está lleno de referencias a la firmeza, el comunista a la democracia y el centrista a la reforma y a las libertades.

El programa de Coalición Democrática ha sido presentado a la opinión pública como «un avance de los principios de su programa de gobierno». Menciona los grandes temas y las ideas básicas de su posible acción gubernamental, y desciende a detalles en pocas cuestiones. Su objetivo es obtener un desarrollo constitucional «moderado y reformista, que favorezca la participación de los ciudadanos y no sólo de los partidos».

El programa de Unión de Centro Democrático, mucho más extenso que el anterior, trata de presentar las características y propósitos de su modelo de sociedad, que identifica con el de los países más avanzados de Europa occidental, y afirma que esa opción «es la mejor ,para España, porque permite asegurar un futuro de libertad y de progreso». No contiene ataques directos a otros partidos, pero sí advierte al posible electorado de los partidos de clase que «nunca alcanzarán mayores cotas de bienestar y promoción que bajo la vigencia e inspiración de los principios que UCD proclama».

Para el Partido Socialista Obrero Español, la cuestión se plantea en otros términos: la libertadya está en nuestras manos, asegura su programa, pero el país padece graves problemas sociales, económicos y políticos, y al mismo tiempo hay que dar soluciones adecuadas a las exigencias de una sociedad democrática. Y como acontece que el Gobierno actual no ha gobernado porque, según el PSOE, carece de ideología clara, de programa, (de equipo cohesionado y de líder forjado en la democracia, el Partido Socialista se considera el único capacitado para formar un Gobierno con amplio respaldo. De la parte programática se desprende que el método a seguir para convertir en realidad sus propuestas es promulgar leyes y otras disposiciones, y para hacerlas cumplir es necesairio estar en el poder.

Por su parte, el Partido Cornunista parte de la idea de que los progresos son el fruto de la política de concentración democrática propugnada por los comunistas. Basado, sin duda, en esta concepción, el PCE propugna la extensión de dicha política a gran número de problemas; y así, el programa del PCE prevé un elevado número de consejos, comités y organismos democráticos de todo tipo, además de las asambleas legislativas y Gobiernos autonómicos.

Por sectores, puede destacarse la importancia que las diversas opciones conceden a los temas de terrorismo y seguridad, derechos cívicos y familia, y la cuestión económica, todos ellos problemas de candente actualidad o próximos a dar lugar a batallas importantes en el seno de la sociedad española, como puede ser la reforma de la legislación familiar, el divorcio y el aborto.

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En cambio, llama la atención el escaso detalle que se da en los programas a la regulación de las autonomías. Todos los programas hablan de la descentralización, aplicación de las autonomías, solidaridad interregional, etcétera, pero casi no aparecen medidas concretas. Ello parece reflejo de la prudencia con que los partidos estatales abordan estos problemas.

Por el contrario, es evidente la preocupación que se muestra por resolver el problema terrorista, si bien más en cuanto elemento desestabilizador del conjunto político que como problema que, al menos en lo que toca a su causa próxima más importante, esto es, ETA, hunde profundamente sus raíces en el tema autonómico.

Asimismo, es evidente también la preocupación por la problemática económica, en sus dos vertientes principales de crisis del sistema y paro. Es necesario observar que los programas de la derecha, y en particular el de UCD, hacen hincapié antes en la inflación, como manifestación de la crisis, para desde su consideración atacar el problema paro. «No puede resolverse el paro sin resolver la inflación», dice concretamente UCD.

Por el contrario, la izquierda insiste ante todo en resolver el paro. Así, el PSOE pone como objetivo prioritario un programa de empleo y protección contra el paro, mientras el PCE propone directamente la creación de 300.000 puestos de trabajo al año por medio de la ampliación del sector público.

Finalmente, se observa una gran atención a la política familiar y la legislación en este campo. Todos los partidos, con pocas excepciones, proponen medidas y reformas. Entre estas destacan las dedicadas a la mujer casada, sector al que todas las opciones dirigen ofertas y promesas.

Dentro de este apartado, también, se presta atención especial al divorcio y al aborto. En general, la derecha se opone radicalmente al aborto y al divorcio, aunque este último tema UCD -precisamente en línea con la opinión de la jerarquía católica- no parece rechazarlo, sino en todo caso no está dispuesto a admitir su regulación por mutuo acuerdo. El PSOE pide el divorcio, pero no especifica su carácter, y el PCE y la mayoría de los grupos a su izquierda propugnan el sistema del mutuo acuerdo.

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