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El Madrid continúa su racha de suerte

El Real Madrid continúa su racha de suerte. Aunque mejoró muchísimo respecto al lamentable partido jugado (?) y ganado (???) el sábado ante el Salamanca, volvió a golear sin jugar mucho más que su rival de turno. Empezó con velocidad y el «fuerte orden» impuesto en el centro del campo por Pirri y Stielike, pero pronto bajó el ritmo y Morete empató el tanto anterior de Santillana. El de Aguilar al borde del descanso fue ya providencial, y en la segunda parte, cuando de nuevo el equipo blanco parecía frenado por el canario, el gol en propia meta de Felipe le dio los ánimos para llegar al 4-1, que concretó -no todos lo consiguen- esa «rachita» de empuje. Menos mal para el Las Palmas, que sacó fuerzas de flaqueza y dejó en dos goles la diferencia no muy clara para el partido de vuelta de Copa el día 21.Dentro de los juegos malabares que hacen de vez en cuando los entrenadores hasta última hora por muchos lesionados que tengan -¿a quién quieren sorprender a estas alturas?-, Molowny acabó alineando a Pirri en :su viejo puesto de centrocampista «pulmón». Bajó a Wolff como defensa libre y ordenó a Sabido -muy bien, salvo, en el primer gol canario- y Sol las vigilancias de Morete y Maciel, respectivamente. El Las Palmas; iba a jugar, corno de costumbre fuera de casa, con un 4-4-2, y San José se encaraba lógicamente de un Brindisi tan buen jugador como malo en su faceta física, pues no bajó nunca a defender. Su marcador madridista iba a ser clave en los goles tercero -regalo de Felipe- y cuarto de su equipo.

Pirri, que salió a vaciarse un tiempo, dio la entidad suficiente al equipo como para que no se notara la oscuridad de Stielike, muy bien marcado por Gerardo, el falso extremo canario. El alemán sólo ofreció contadas señales de su fuerza, aunque estuvo ahí para imponer respeto, lo cual también fue una ayuda. El problema estuvo en el pobre Isidro, al que Molowny mandó a una misión tan absurda como imposible en el centro del campo -mejor hubiese cambiado el puesto con Wolff o Sabido- El muchacho tuvo el gran mérito de vaciarse todo el partido y mereció el premio de dar el cuarto gol. Era su enésimo centro como extremo, puesto para el que no vale, porque no sabe regatear, pero en el que debió jugar muchas veces por «esconderse» los titulares. En efecto, el equipo blanco salió con dos, Juanito y Aguilar, y la mayor parte del tiempo actuó sin ninguno. El malagueño empezó con muchos bríos y se deshinchó rápidamente. El santanderino, con su frialdad habitual y desesperante -a un centrocampista todavía se le podría perdonar-, al menos marcó un buen gol y sólo tuvo sus «rachitas» de aciertos.

El Madrid, que jugó veinte minutos iniciales muy aceptables, asentado en su mayor fuerza y el mínimo orden citado, cayó pronto en el ritmo lento canario del centro del campo, pero rápido en los contraataques. Brindisi avisó ya del empate con su pase del primer gol anulado a Morete. El mérito del Madrid, una vez más, fue no ceder en su empuje, y aunque Isidro tuvo que seguir haciendo de extremo imposible, incluso pudo marcar Pirri si llega a un tiro suyo, que era un centro, fallado. Fue igual, porque Aguilar acertó poco después. La efectividad blanca parece inacabable hasta en las ocasiones más difíciles. Ya en la continuación, hasta cumplió Vitoria por Pirri, y los primeros minutos blancos fueron muy buenos, aunque idénticamente contestados por los amarillos. La diferencia, otra vez, estuvo en que el Madrid marcó y el Las Palmas sólo acortó distancias a última hora con el cuadro de Molowny más hundido físicamente que él. Así, al menos, dejó las espadas en alto.

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