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El Rey descalifica "los intentos desestabilizadores de grupos que sólo tienen por objetivo la violencia"

Don Juan Carlos agradeció al cuerpo diplomático su felicitación con motivo del nuevo año, en el curso de la recepción celebrada ayer en el palacio Real, y a la que también asistieron el presidente del Gobierno, Adolfo Suárez, y el ministro de Asuntos Exteriores, Marcelino Oreja. El Rey aseguró que España se siente atraída por el ideal de la paz, «por encima de los intentos desestabilizadores de grupos que sólo tienen por objetivo la violencia».

En nombre de los embajadores acreditados en la capital de España, el decano del cuerpo diplomático, monseñor Luigi Dadaglio, expresó la habitual felicitación anual al jefe del Estado. En respuesta a ellas, don Juan Carlos expresó sus deseos de paz, de felicidad y de concordia «para los países que aquí tan dignamente están representados».El Rey aludió después a la referencia que en el preámbulo de la Constitución hace la nación española a su voluntad de «colaborar en el fortalecimiento de unas relaciones pacíficas y de eficaz cooperación entre todos los pueblos de la Tierra». Expresó la coherencia de estas palabras con el entendimiento de que los problemas humanos no deben ser tratados ni resueltos por la violencia.

Respecto a la atracción que, según dijo, siente, España por la paz, manifestó que este ideal se funda en la verdad, la libertad y la justicia y es alcanzable a través de la negociación y cooperación.

Don Juan Carlos señaló después que no bastan «las palabras de paz», ni son suficientes las convicciones, los gestos y los deseos. «Es preciso también -dijo- estudiar con urgencia los medios para lograr nuestros propósitos, partiendo de la paz interior de cada hombre, de la paz interior de cada pueblo, de cada nación, para que pueda ser proyectada en esferas cada vez más amplias; para que los organismos internacionales aumenten progresivamente su eficacia; para que la triste realidad presente se convierta cuanto antes en otra realidad mejor».

El Rey concluyó su discurso señalando que la paz «depende de nosotros, de nuestra sinceridad en el compromiso de crear las condiciones y los presupuestos para obtenerla y consolidarla», y pidió a los embajadores que transmitieran sus mejores deseos a los respectivos jefes de Estado.

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