_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Alejo Carpentier

Alejo Carpentier me invita a almorzar en el Palace. Alejo Carpentier es una erre mal pronunciada, una embajada en París y una prodigiosa literatura:-La España que yo conocí, la España de antes de la guerra (yo estuve en la guerra, año 38) era una España donde el escritor no se levantaba antes de la una del mediodía, de modo que perdona el que hoy te haya telefoneado a las nueve y media de la mañana. Sólo duermo cinco horas. En París me levanto de madrugada y escribo mucho. Es cuando me encuentro más lúcido. Hacia las nueve me transformo en embajador y empiezo con las funciones de la Embajada. Viajo a Cuba varias veces al año y el avión es para mí un sedante absoluto, un paraíso en el que no hay teléfonos y se puede leer. Además, me enamoro siempre un poco de la aeromoza, que vosotros llamáis azafata.

Visité a Carpentier hace bastantes años, en París, en, la Embajada cubana (calle de la Faisanderie), para hacerle una entrevista:

-Yo vengo todos los veranos a Cuenca -me dice-. Antonio Saura y otros amigos me han descubierto Cuenca y, además, han conseguido que yo pase inadvertido en la ciudad, con lo que soy muy feliz. En Cuenca, una vez, viendo la televisión, saliste tú hablando contra Baroja y citabas textos míos en apoyo de tu antibarojismo, que es lo mío. Baroja dice que sobre cierto hombre, nada más morir, cayeron inmediatamente los cuervos y los gusanos. Hombre, hay que suponer que los gusanos llegarían un poco más tarde que los cuervos.

Todo él está lleno de estos descuidos insufribles, pero yo amo y asumo la literatura española en otros autores, como Quevedo, el barroco, Valle-Inclán, y también la cocina española que (te diré en secreto) es la mejor del mundo, por ejemplo estos callos a la madrileña que nos estamos comiendo, yo estoy a régimen, ¿sabes?, pero esto lo aguanto bien, he tenido una afonía que me ha cambiado la voz, pero me asegura el médico que volveré a tener mi voz. He dejado de fumar, claro. La cocina francesa es perfumería. Alejo Carpentier es una erre francesa, un compromiso político y una hermosa y grande literatura:

-Todavía recuerdo tu libro de Larra, Umbral. A don Dámaso le hemos dado el Cervantes porque se trata de premiar toda una obra, toda una vida. Le podríamos haber dado el Cervantes a Onetti, pero es más joven, ha producido menos, aunque a mí me gusta muchísimo. Era un candidato muy fuerte. Don Dámaso tradujo El artista adolescente, como sabes, cuando aquí nadie conocía a Joyce. La labor de don Dámaso es enorme, inmensa, importantísima.

Me gusta este don que Carpentier le pone a Dámaso, ese don que sólo le ponen en provincias y en América, porque Dámaso es Dámaso como Gerardo es Gerardo, como Juan Ramón es Juan Ramón. Un don arcaizante, aportado por el protocolo virreinal más que por el respeto o la diferencia de edad, que no es tanta entre ellos. Un don como un dije de orfebrería americana.

-A Gómez de la Serna tuve que traducirle en París, hace muchos años, un texto que nos había enviado para una revista de vanguardia, un artículo sobre el flamenco. Nadie entendía aquel castellano, nadie sabía nada, estábamos ya desesperados, hasta que me puse a estudiar el texto en profundidad y comprendí que Ramón nos había enviado en caló su artículo sobre el flamenco. Al menos en parte. Una cosa muy suya. En aquellos años veinte vivíamos deslumbrados por el foco de París, pero detrás estaba Berlín, nada menos que con el expresionismo, y luego Brecht. Eso entonces no lo veíamos. París siempre se inventa cosas. Yo no podría escribir en francés. El francés se escribe como entre corondeles. Necesito la flexibilidad de los verbos castellanos. Yo invito siempre a la gente a decir en francés «No por mucho madrugar amanece más temprano». Imposible.

-Consagración de la primavera.

-He sacado al mismo tiempo esta novela, que tiene quinientas páginas, y una cosa corta, una miniatura. También saqué al mismo tiempo, tú te acuerdas, El recurso del método y Concierto barroco. Ya sé que a ti te interesa más el Concierto, la obra menor, la miniatura. En París, cuando vengas, hablaremos de todo eso.

Carpentier es una erre siempre frustrada en ge, una Embajada en París y una gran literatura universalizada, antinativista, que deja a veces el entresabor barroco y español de estos callos a la madrileña.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_