_
_
_
_

España goleó a Chipre, pero jugó mal

El partido contra Chipre fue el de las lamentaciones. En fútbol todo se puede esperar, pero no permitir los errores en que cayó la selección española ante un rival de tan escasísima entidad como el de ayer. Unos se veían venir, al alinear un equipo como si jugara contra el campeón del mundo, y otros se produjeron ya en el campo por los males endémicos del fútbol nacional: su falta de tiro y de juego por los extremos. Sólo Argote funcionó en este último apartado fundamental, sobre todo en la segunda parte, cuando también Leal dio más poder ofensivo a un centro de campo anterior remiso hasta el infinito. La traca intolerable final fueron los cortes de marga hechos por Rubén Cano al público tras marcar el cuarto gol. Ello le debe suponer la sanción ejemplar de apartarle sin más de la internacionalidad. Aunque el público se meta con un jugador, nada justifica una acción así.Lamentable fue ya en el partido que sólo se marcaran dos goles en los primeros 45 minutos a un simulacro de equipo cómo el chipriota. Se debió, claro, a los errores que ya se preveían antes de empezar y que se agrandaron durante el juego. Si se sabía o se debía, saber, señor Kubala- que para un inútil y solitario hombre-punta (?) de Chipre sobraba Migueli, ¿para qué sacar a Alexanco obligándole a hacer del centrocampista o de delantero? ¿Para qué tres defensas con ese solitario peligro? Evidentemente se podía haber alineado ya de entrada a más hombres de ataque, porque tampoco hacían falta tres en la zona central, moviendo en demasía el balón. Menos mal que Asensi se fue al ataque pronto, y así vino el primer gol, porque si no, ni siquiera éste se hubiera movido.

Otra de las lamentaciones ante el juego español fue que no supo ni siquierajugar al pase largo con rapidez, pues los chipriotas, como también era de esperar, notaron en su ignorancia mucho más el terreno mojado, al que no están acostumbrados. No cabe la disculpa de que se bombearon balones o se forzaron córners -doce en la primera parte, y seis en la segunda-, pues es lo menos que se puede esperar. Lo más, o lo que debió ocurrir y no vino, fueron los centros que suelen ser uiedio gol Pero con el exceso de individualismo de Heredia y la lentitud desesperante para llevar balones al ataque del centro de campo poco se podía conseguir. Chipre marcó por zonas ante su inferioridad técnica -lo único que hizo bien- y simplemente con orden pudo entorpecer o despejar la avalancha de balones sobre su campo. En la segunda parte ya notaría el cansancio. Chipre sólo salió de su parcela en tres ocasiones de jugada, aparte de los saques de su portero. Miguel Angel tocó cuatro veces el balón en todo el partido, y dos de ellas a cesiones de su defensa, y las restantes para recoger dos tiros desde la mitad del campo.

En la segunda parte, el tercer gol fue un ejemplo de que los centros buenos se pueden aprovechar en gol. Santillana sólo tuvo que poner la cabeza al pase de Argote, la única esperanza, ya hablada innumerables veces,de la penuria de extremos que padece el fútbol español. Porque es triste que tampoco los defensas laterales ayuden. Cundi y Marcelino pudieron haber atacado ayer, sin ir más lejos, mucho más de lo que lo hicieron,ante unos extremos contrarios que se limitaban a contenerles.

Para final también cabe lamentarse, una vez más, de la ausencia de tiro eterna que sufre la selección. Sólo Alexanco y Asensi lo ensayaron en más de una ocasión. Especialmente un disparo del primero, que rechazó el poste derecho, mereció ser gol. Eso fue ya tras el descanso, cuando España jugó algo más con la salida de Leal por Villar.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_