Desaparece el "Bazar de las Américas" para convertirse en calle
El Bazar de las Américas, edificio construido en la ronda de Toledo a principio de siglo, compuesto por una fachada de una planta y unas sesenta naves en las que trabajaban otros tantos almacenistas y comerciantes del Rastro madrileño, está a punto de desaparecer y en la actualidad quedan en pie únicamente diecisiete de ellas. El resto de las instalaciones comenzó a caer bajo la piqueta hace tres años. A pesar de las denuncias de varias entidades vecinales por la pérdida que para el conjunto del Madrid tradicional representa su desaparición, el Bazar sigue siendo derruido poco a poco. «El pasado martes las máquinas volvieron a aparecer y tiraron veintiuna naves», manifestó a EL PAIS uno de los inquilinos que aún quedan.Las razones por las que el Bazar tiene sus días contados son muchas. «El Ayuntamiento es el que ha dicho que las naves que se han tirado estaban en ruina. Estas y las que ya habían sido abandonadas por sus propietarios son las que han caído. Y los inquilinos que quedan también tendrán que irse; nadie se fija en las grietas que tienen ya estas construcciones y parecen olvidarse de que dos de las naves se cayeron, aunque gracias a Dios no había nadie debajo. El motivo por el que se olvidan de todo esto son las rentas que pagan, alrededor de las doscientas pesetas al mes», manifestó Casimiro Tello, uno de los propietarios de la finca que levantara su padre hace unos setenta años y en la que él mismo tiene una de las naves para almacén y venta de chatarra.
Inquilinos en desacuerdo
Sin embargo, los doce inquilinos que aún quedan no están de acuerdo con la alarmante situación de la que habla el señor Tello. «También hace dos años, después de que los propietarios vendieran una buena parte del solar ocupado por el Bazar para que una inmobiliaria construyera un edificio, se nos dijo que todas las naves tenían que ser desalojadas, ya que corrían peligro de ruina inminente. Esta orden no llegamos a cumplirla porque un arquitecto que contratamos demostró que con una serie de reparaciones las naves podían seguir siendo usadas», manifestó Arsenio del Castillo, de 66 años, uno de los inquilinos que aún tienen abierta su industria. Estas mejoras, cifradas por los también inquilinos Augusto y Vicente Vinssac, de 67 y setenta años, respectivamente, «en unos 30.000 duros», no pudieron realizarse, «ya que nunca nos han dejado hacer reformas».El señor Tello sobre esta afirmación manifestó que los propietarios «no sólo permitimos hacer reforma, sino que ahí tiene una de las naves en pie que fue tirada y en su lugar se construyó otra más moderna y por la que su inquilino ha seguido pagando 229,50 pesetas al mes».
Al margen de esta disputa el edificio ha ido desapareciendo y con él los visitantes que, acudían diariamente a comprar bañeras, ventanas o motores de automóvil y que a lo mejor acababan con un aparato de radio debajo del brazo.
Un edificio situado frente a la plaza del Campillo de Mundo Nuevo, en plena Ronda de Toledo, lugar de entrada y salida al Rastro y que en sus tiempo llegó a tener hasta dos guardas particulares que vigilaban los cientos de toneladas de material que allí se guardaba, es hoy un montón de escombros alrededor de tres grupos de naves donde algunos tienen aún su medio de vida.
Ni el Precatálogo de edificios a conservar ni el Plan Especial de Protección Ambiental consideran el valor del edificio. Además del continuo deterioro y de las consecuentes demoliciones por ruina, el Ayuntamiento estaría, al parecer, dispuesto a realizar una calle que fuera la continuación de la Ribera de Curtidores y enlazara ésta con el paseo de las Acacias. «Hace más de sesenta años que esa calle está en los planos de Madrid. En ellos se llama la calle de las Américas, pero, por falta de dinero, no se pudo hacer nunca. Ahora, cuando esto quede vacío, tendremos que ceder al Ayuntamiento un montón de metros cuadrados en viales porque la calle ocupará treinta metros de ancho
A pesar de este proyecto municipal y de que, según informó el mismo gerente municipal de Urbanismo, «sería realmente positivo que en la medida de lo posible se presentara una alegación de inclusión que se estudiaría para ver si tiene cabida en el plan especial de protección ambiental», el edificio parece condenado. «A lo mejor para los vecinos de Cuatro Caminos o Aluche el venir aquí es muy bonito, pero para los que viven con sus ventanas dando a este solar no les debe parecer tanto. Se quema goma, madera y, como sólo tenemos un servicio para todos, a veces orinamos donde estamos», manifestó el señor Tello, que dice compartir la propiedad con otras veintinueve familias.
La consecuencia de que todas estas personas hayan tenido que irse después de cincuenta años «es que en la mayoría de los casos nos quedamos sin industria y sin ganas ni fuerzas para continuar. No podemos empezar de nuevo, en primer lugar porque la indemnización que nos dan no da para nada», opina Bautista del Castillo, de 66 años. El señor Tello, que explica que «como ellos estoy yo; sólo con lo que me he ahorrado del alquiler de mi nave durante estos años podría haber ahorrado para buscar otro sitio».
«Creo que se les paga en indemnizaciones tres veces lo que les correspondería, claro que a alquileres de miseria les debe corresponder unas indemnizaciones bajas y no lo que llegó a pedir un señor que pagaba doscientas pesetas y quería siete millones y medio para irse. No se puede dar una cantidad así. Hace cinco años, cuando el Bazar estaba en auge, la suma del alquiler de todos los industriales era de 12.500 pesetas mensuales a repartir entre cinco familias.»
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