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El jueves se emitió la segunda parte del programa Y yo ¿qué gano? dirigido y presentado por Alfredo Amestoy, con la intervención de Manuel Fraga Iribarne (AP), Jordi Solé Tura (PCE), Alfonso Guerra (PSOE), Antonio Jiménez Blanco (UCD), José Pedro Pérez Llorca (UCD) y Javier Solana (PSOE).El peso específico de este programa no ha sido la Constitución, ni los parlamentarios, ni las preguntas de los ciudadanos, sino Alfredo Amestoy. Lo de menos es que Amestoy saque las preguntas de su querido electrodoméstico como el ilusionista que saca pichones del sombrero y se los pone en bandeja a los cazadores. Amestoy repetía las jugadas de su televisor de bolsillo en la seguridad de que los ciudadanos las habían formulado mal. Lo discutible es si los aspavientos e histrionismo de Amestoy y el subrayado irónico de sus extremidades son lo más adecuado para un debate político de tal gravedad y trascendencia. O, en otras palabras, si el rol de discreción y no protagonismo de los moderadores de las televisiones de Europa debe sacrificarse por criterios más propios del marketing propagandístico. Porque, desde luego, sí es desagradable que Amestoy, quien pocos meses antes había vendido vasos de cerveza en los spots de publicidad, pase ahora por ser poco menos que el fakir de la Constitución.

Más allá. El jueves se pasaron todos. Amestoy había anunciado la presencia de Carrillo y una de las adjuntías a los servicios informativos comunicaba que también estarían presentes Felipe González y Rafael Arias Salgado. Pero parece que los líderes de la Oposición, excepto Fraga, se han reservado para quemar los últimos cartuchos el próximo lunes, ya que está prevista la intervención de Adolfo Suárez. «El lunes pasado nos dieron las doce precisamente cuando surgía la pregunta de Juan Riveras, este señor de Badajoz. Era ya muy tarde y no estaba bien que además de alevosía se hiciese esta pregunta con nocturnidad», aclaró Amestoy.

Aparte de que TVE está técnicamente incapacitada para cumplir con el horario de emisiones, hay una grave irresponsabilidad y una terca afición a improvisar. Amestoy disponía de 47 minutos para el programa y se prolongó, según el parte de emisiones, hasta 74 minutos y cinco segundos. La grabación, se retrasó por una avería en el sistema de refrigeración del video, según portavoces de los servicios informativos. Amestoy concluyó la grabación unos cinco minutos antes de la emisión.