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La selección española gano por la mínima a una vulgar Rumanía

España ganó por 1-0 a Rumania..., y gracias. Tras unos primeros instantes de esperanza, en los que España consiguió su gol, la endeblez del ataque español se dejó notar demasiado una vez más, porque tampoco funcionó el centro del campo. Rumania, un equipo vulgar que sólo tiró a puerta dentro del área en una ocasión, ya al final del partido, se bastó con su esquema ordenado para contener la inutilidad española. En esta ocasión bien se puede decir que se salvó el trance por los pelos y la prima de 150.000 pesetas por jugador (el doble para Kubala), les deberá saber a los Jugadores a mucho.El primer tiempo terminó con el solitario gol de Asensí y la selección ya se pudo dar por contenta, porque salvo unos primeros minutos prometedores y ese acierto a balón parado, su juego no lució en absoluto. Al eterno problema de la debilidad atacante se sumó otro mucho más grave, que fue la laguna central, al perderse el Asensi inspirado de los instantes iniciales, al estar Villar demasiado ocupado con Iordanescu y al no encontrar hombres a quien pasar, todos marcados, Del Bosque. Rojo 1 volvió a ser otra figura decorativa y Heredia, pese a que pudo marcar el segundo gol a dos minutos del primero, luego de un formidable pase de Del Bosque, notó mucho su desconexión con el resto de sus compañeros. Aunque basculó de un extremo a otro alternándose incluso con Santillana en el centro, la defensa rumana, sin caer en la trampa de cambiar sus posiciones, fue una red ordenada e infranqueable. Además, en esta ocasión ni siquiera hubo la conjunción habitual del centro del campo, o si la hubo se notó más que nunca su inutilidad al no progresar en ataque.

Rumania dio la sensación al principio de mostrarse más débil que otras veces, pero sólo fue un espejismo. Su muralla volvió a resultar sólida y su único fallo residió en que no supo abrirse debidamente al contraataque por estar excesivamente cerrada. Georgescu estuvo más atrás aún que en ocasiones anteriores tratando de cerrar el paso de Alexanco, y si Marcelíno pudo con Crisan el equipo no aprovechó la enorme superioridad d'e Radulescu sobre Carrete, al que volvió loco en cuanto tuvo el balón y lo hubiese hecho más todavía de tener ocasiones.

Tampoco forzó el cuadro de Kovacs los momentos de dominio centrocampista, pero fue lógico, porque se trata de un equipo vulgar, sin ideas y sin figuras individuales que en último caso puedan resolver alguna situación. El propio Georgescu, una sombra siempre contra España, estuvo más oscurecido si cabe. El recurso rumano, que le dio ya dos goles contra Yugoslavia en el pasado partido de Bucarest, fue su defensa central Sarnes y su tiro desde lejos. Lo ensayó en dos ocasiones antes del descanso y en el minuto 43 causó el mayor peligro al no retener Miguel Angeljunto al poste derecho.

En la segunda parte, la desconexión española, la falta de apoyo entre sus hombres, fue cada vez mayor. Rumania, un equipo que sólo tira desde lejos y que únicamente hizo una jugada de peligro dentro del área, con tiro de Boloni en los instantes finales, que pudo salvar Miguel Angel, se bastó para entorpecer el pobre juego español. La inoperancia de Rojo, comprobada ya en París y confirmada de sobra en los 62 minutos que penó por el campo valenciano, obligó a Kubala a sacar a Rubén Cano, en detalle ofensivo que es de agradecer, cuando además el público pedía a Solsona. Sólo habría faltado la entrada de éste para completar el inútiljueg9 de salón español. El centro de campo que había quedado nuevamente en un estático bloque sin profundidad y seguía permitiendo que desde la defensa se intentara llegar al endeble ataque con pases fácilmente cortables por la defensa rumana. Alexanco, que antes del descanso había pergeñado algunas situaciones, de peligro viniendo desde atrás, ya no se movió, pues Rumania adelantó a sus hombres en busca del empate.

España no bombeó balones nunca, lo cual hubiese favorecido a la altura defensiva rival, pero no tuvo la rapidez, ni la precisión, ni el apoyo, ni los intercambios de posiciones, ni el juego por las alas que podía haber roto su cintura. Los contraataques no fructificaron porque apeñas si nacieron, salvo uno en el minuto 74 que empezó Rubén Cano y culminó Heredia con otro tiro interceptado por el gigantesco Coman.

Pero en esos momentos los sustos del contraataque rumano podían más que otra cosa y Kubala sustituyó al barcelonista por el más retrasado Saura. Eso estaba más en su línea de salva,r el resultado (victoria al fin y al cabo) y prima. Hubiese sido lamentable que Rumania, una nulidad completa ante el gol, marcase. Menos mal que no lo hizo Boloni y la defensa, quizá más asentada al tener que trabajar de forma seguida, se mostró firme. De cualquier forma pudo suceder, porque el juego español descendió aún más de calidad. El final angustioso y perdiendo tiempo fue el ejemplo final de que se ganó por los pelos. Un triunfo triste y sin brillo, pero que puede resultar útil para alcanzar la clasificación. Al primer paso dado en Zagreb ante Yugoslavia, paso más importante y logrado con más brillo, se suma ahora este otro. España no parece estar lejos de la clasificación, pero si repite este partido de ayer en la visita de los yugoslavos, aún podría quedarse en tierra.

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