Los sindicatos de la CEE exigen una semana laboral de 36 horas
Luchar eficazmente contra el paro y aplicar progresivamente la semana laboral de 36 horas, en el conjunto de los nueve países del Mercado Común, fue el epicentro de la reunión social tripartita celebrada en Bruselas, entre empresarios, sindicatos y Gobiernos. Ante las reservas empresariales de casi todos los países miembros (excepto Bélgica Y Holanda) para aceptar el principio de una reducción del tiempo de trabajo, los sindicatos amenazaron con romper la reunión en Bruselas, alegando que su convocatoria, como en las dos anteriores, no serviría para nada.La estrategia de los sindicatos de los países de la CEE, agrupados casi todos en la Confederacíón Europea de Sindicatos (CES), es que una reducción del tiempo de trabajo debe facilitar una reactivación del mercado de empleo, con la creación de nuevos puestos de trabajo. Los empresarios replican que tal principio incidirá en una sobrecarga para las empresas y reducirá el escaso margen de beneficios, perjudicando la inversión. Los poderes públicos, a través de los ministros de Economía presentes en esa «tripartita» social, asisten a la polémica sindicatos-empresarios sin poder real para zanjar la cuestión.
Las orientaciones generales de los participantes son las clásicas que aparecen en cada tino de los foros internacionales donde se debate el futuro económico: promover el crecimiento sin activar la inflación; reestructurar los sectores económicos en crisis y estimular el empleo. Es en ese último capítulo donde empresarios y sindicatos se enfrentan, ante la petición de reducción de la semana laboral en toda la CEE a 36 horas.
Las previsiones para el empleo son sombrías y, de los nueve millones de parados actuales en la CEE (totales y parciales), los expertos comunitarios dan un incremento de trece millones en los próximos años, debido a las débiles perspectivas de crecimiento económico y a la llegada de nuevos peticionarios en el mercado del empleo.
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