Impuesto religioso

En el editorial de EL PAÍS de fecha 20 de octubre se defiende la imposición de un impuesto religioso extendiéndolo incluso a los no creyentes, aduciendo como razón para esto último el temor de que si no se hiciera así, muchos creyentes se declararían agnósticos por mucha que fuera su fe. No obstante, ¿no será quizá que estos creyentes no necesitan de una superestructura jerárquica llamada Iglesia y por tanto no se sienten obligados a sostenerla económicamente?, y si esto es así, ¿por qué no respetar su voluntad soberana?En todo caso, esto sería un problema interno de la Iglesia católica, o de la que fuera, en el que no hay por qué implicar a los no creyentes. Es muy posible que lo que se pretenda sea justificar lo injustificable y preservar (mucho me temo que aumentar) la actual situación de privilegio de la Iglesia católica tras la fachada de la supuesta voluntariedad del impuesto. Porque si el destino del mismo en los no creyentes son obras asistenciales, ¿con qué razón se va a eximir a los que se declaran creyentes de su contribución a la financiación de las mismas, siendo estas como son responsabilidad del Estado y por tanto de todos los españoles?

¿Quiere todo esto decir que mientras los católicos y otros creyentes financian sus religiones, los no creyentes van a financiar parte de la Seguridad Social?