Los niños, en desgracia
Los males de la programación infantil vienen desde el mismo día en que se inauguró TVE. «Sobre el papel se presentan graves papeletas», que dijo Iñigo en su Fantástico del domingo, aunque a propósito de la jornada liguera.De lunes a viernes, los niños disponen de un espacio de 19.05 a 20.00, en el que se incluyen los denominados programas «infantiles y juveniles». La programación infantil es tenida en tan alta consideración por los ejecutivos que cuando quisieron castigar a Marino Peña, cuñado del ministro Martín Villa, por haber firmado la carta de protesta por los nombramientos Bofill-Carcasona-Gelices (de la que urgentemente retiró la firma) le relegaron al cargo de subdirector para los programas infantiles. Lo castigados, está claro, fueron los niños. Después de eliminar el único programa que funcionaba, La semana (había otros dos espacios de producción RTVE, los concursos El monstruo de Sanchezstein, ya desaparecido, y El mundo de la música, dos pesadillas de antipedagogía y aburrimiento), TVE no tiene nada que ofrecer a los niños.
De ahí que las funciones de Marino Peña, incapaz de planificar la producción de programas propios, han quedado en manos de Eduardo Autrán, subdirector para los programas de producción ajena (en sustitución de José María, Carcasona). Autrán, que es primo del director general (Fernando Arias Salgado), va por el camino más cómodo y programa telefilmes extranjeros sin tener presente que, como el polaco Nubes negras o Los secretos del mar Rojo, no están destinados para la audiencia infantil.
Así, los niños, además de los dibujos animados, son programados a través de los numerosos spots en aumento ante la proximidad de las Navidades). Muchos de ellos falsean la naturaleza del producto, como los juguetes bélicos vivificados a semejanza de los héroes del telefilme o ese camión del que sale un cerdo de carne y hueso.
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