China instaura sanciones económicas para faltas laborales
En China, desde 1966 hasta 1976, los malos trabajadores que sabían recitar máximas políticas fueron considerados buenos. Desde 1976 hasta ahora, a los vagos, aunque supieran muchas máximas, se les sometía a reeducación ideológica, en la que se les explicaba que «la fe sin obras es fe muerta».
Actualmente no sólo se aplican las reeducaciones, sino que se imponen sanciones económicas: quien no trabaja, no cobra.El viceprimer ministro, Kang Shi, acaba de anunciarlo claramente en unas declaraciones publicadas por el Diario del Pueblo: «Hay que castigar económicamente a los que no trabajan.»
La educación ideológica pura, dice tambien Kang, no da resultados efectivos, como lo demuestra una nueva denuncia de corrupción oculta hasta ahora: los responsables de una tienda de textiles de la provincia de Hefei vendían a sus amigos los mejores productos, en lugar de hacerlo en los mostradores al público en general. No se indica si era con precios superiores a los de las tarifas o para «comprar» favores. A los hechos de corrupción denunciados la semana pasada se suma ahora esta nueva acusación.
Los empleados que usaban este método fueron sometidos a educación ideológica durante tres meses. Parecían convencidos tras las enseñanzas, pero a la vuelta a la tienda reincidieron. «Cometimos el error de no combinar la educación ideológica con el castigo económico», explicaron los responsables del «frente comercial y financiero» de Hefei.
La nueva actitud pretende utilizar simultáneamente los dos métodos, y recientes trabajos al respecto publicados por el Diario del Pueblo han sido públicamente respaldados por el poder.
Los castigos dependen de la gravedad del daño; pero consisten en reducciones salariales paralelas a un cese temporal en el empleo.
En Occidente este tipo de castigo se conoce como suspensión de empleo y sueldo. La diferencia en China está en que el trabajador no pasa el plazo que dura la sanción en su domicilio, sino en sesiones de concienciación ideológica.
El sistema, que acaba de ser puesto en vigor por vez primera en el país en la provincia de Shandong, se está extendiendo a toda China tras la aprobación pública expresada esta última semana por el viceprimer ministro, Kang Shi-eng.
Con ello acaba uno de los mitos surgidos en la Revolución Cultural, que aseguraba que la conciencia ideológica era la llave de la solidaridad entre todos los trabajadores.
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