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Clausurado el I Congreso de UCD

La línea de centro-izquierda triunfa, por ahora, en el partido gubernamental

Con su discurso de clausura en el congreso de UCD, el presidente Suárez trató ayer de restablecer la imagen de unidad del partido que las maniobras políticas de los días anteriores habían puesto en entredicho. En parte lo consiguió, al marcar distancias respecto a la derecha y la izquierda para tratar de delimitar el espacio del centro. No obstante, dentro de UCD se ha librado la batalla por mantener una imagen capaz de captar los votos del centro-izquierda, objetivo del equipo de Suárez, y queda planteada la tensión con un ala demócrata-cristiana esencialmente conservadora.

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Más de una tercera parte de los compromisarios de UCD optaron por abstenerse o votar en blanco a las candidaturas únicas para la comisión ejecutiva y el consejo político del partido. Este importante dato marca, desde ayer, una situación de hecho en el seno del partido centrista y demuestra que los esfuerzos de Adolfo Suárez y sus hombres más próximos por dar una imagen de unidad e integración no han podido cumplirse totalmente, e incluso marca interrogantes para el futuro de cierta importancia.Dos factores influyeron en el alto número de abstenciones y votos en blanco registrados. Por una parte, el enfado de las delegaciones de provincias enteras, como las de Murcia o Almería, por la escasa representación alcanzada en los órganos de dirección del partido; por otra, la demostración de resistencia pasiva a la situación adoptada por los diversos sectores demócrata-cristianos, una vez que no han podido conseguir mayores éxitos positivos en la operación desarrollada a lo largo de este congreso.

«Creo que la abstención no responde, desde luego, a diferencias ideológicas -manifestó a EL PAÍS el presidente Suárez, al ser preguntado por su opinión en torno al tema-. La abstención de un 7% en lo que a mí se refiere, y cerca de un 30% en las listas del comité ejecutivo y del consejo político, se ubican más en el descontento de la representación de ciertas regiones que no se vieron proporcionalmente presentes en los órganos de decisión del partido, en relación con los votos y compromisarios llegados al congreso desde las distintas provincias.»

Aunque la dirección del partido centrista confía en que las aguas volverán a su cauce, los problemas creados por la imposibilidad de dar satisfacción a todas las provincias han sido más importantes de lo que parece. Cabe destacar el caso de la provincia de Almería, en otro tiempo puesta como modelo de organización ucedista por el propio Suárez, que ha obtenido menos puestos en el consejo político de los otorgados a provincias con organización muy inferior. «Pensamos que la mejor manera de extender el partido a nivel nacional no es la de premiar con puestos a aquellos que no trabajan, sino invitándoles que construyan el partido en su provincia con transparencia plena hacia la base», manifestó al respecto un portavoz de la delegación almeriense.

En coherencia con este contexto, la última operación intentada para presentar una segunda lista al cita do consejo político fue abortada en la mañana de ayer, en base a defectos de forma. La presidencia del congreso, que ostentaba el señor Pérez Llorca, prefirió no responsabilizarse del rechazo de la candidatura y acudió al procedimiento de poner a votación el tema, con lo que se produjo el rechazo. La lista era de las llamadas de base y estaba presidida por uno de los hombres más a la izquierda en el partido, aunque otras fuentes aseguran que se trataba de la última maniobra demócrata-cristiana; es imposible pronunciarse al respecto, y lo único cierto es que no fue posible más que una lista.

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Referéndum "versus" votaciones

Frente a frente quedaron, pues, no unas candidaturas que representaran las corrientes o sectores deopinión del partido, sino una sola candidatura oficial para el ejecutivo y otra para el consejo político,enfrentadas con la única posibilidad de alternativa a la hora de losvotos, que era la abstención, o el voto en blanco.

Se encargó de recordarlo a la asamblea el que pasa por ser, uno de los directores, de la contestación demócrata-cristiana, Juan Antonio Ortega Díaz-Ambrona -el simple anuncio de su nombre provocó un movimiento de expectación-, y casualidad o no, el recuento final arrojó no sólo cerca de quinientos votos en blanco para el ejecutivo y una cifra algo más grande para elconsejo político, sino más de un centenar de votos en blanco para elpropio presidente, que es la figura indiscutida por todos los sectoresdel partido, además de 150 compromisarios -aproximadamente- que no tomaron parte en la votación. El total de delegados sobrepasaba los 1.700.

Los diversos sectores democratacristianos no hicieron triunfalismo de estos resultados, en primerlugar porque no constan que todaslas abstenciones y votos en blanco fueran expresión inequívoca de su«fuerza interna», y en segundo lugar porque una actitud semejante habría provocado rupturas que tampoco les benefician, al margen de que no todos los sectores democristianos participan por igual en estejuego.

Ortega: deja que desear la democracia interna

No obstante, Juan Antonio Ortega Díaz-Ambrona declaró ayer a EL PAÍS: «El congreso, como acontecimiento externo,ha sido un éxito, y especialmente robustece a UCD en su posición internacional. Sin embargo, desde el punto de vista de los mecanismos internos ha dejado bastante que desear. En todo caso, creo que una política de confrontación democrática en el seno del partido, lejos de debilitarlo, lo consolida, y pienso que una política de consenso permanente no soluciona las posibles tensiones, que por lo demás son normales en un partido pluralista y democrático.»

Y a una pregunta sobre su recordatorio a la asamblea de la posibilidad de votar en blanco, contestó: «Yo no he tratado de incitar al voto en blanco, sino de dejar claro cuál era la verdadera alternativa. Yo soy completamente contrario a las candidaturas únicas, en los partidos y en los países.»

Todos los reproches a la democracia interna en el partido han venido de la rigidez reglamentaria del congreso, así como de la decisión política de evitar la lucha entre candidaturas distintas, tratando de obtener una sola lista para cada órgano de dirección. El resultado de ambas cuestiones ha convertido la elección en un referéndum, y de ahí se derivan consecuencias políticas que no cabe aislar del contexto en que se ha desarrollado el congreso.

Fernández Ordóñez: "clarificador"

El ministro de Hacienda, señor Fernández Ordóñez, declaró ayer a EL PAÍS: «Creo que este congreso ha sido más clarificador de lo que pueda parecer a primera vista.» Probablemente, la clarificación más importante es la existencia de dos sectores, un ala conservadora y otra progresista, que no han dirimido sus diferencias por medio de los votos en virtud del arbitraje del presidente Suárez, pero cuyas diferencias no cabe ocultar. Al margen de ello hay un sector liberal con papel más reducido, algunos problemas regionales sin especificidad estrictamente ideológica, y desde luego un equipo de personas jóvenes, a las que se supone en su mayor parte socialdemócratas o progresistas, pero sin olvidar que el sector democristiano también ha simbolizado sus preferencias en los aplausos a José Luis Alvarez, alcalde de Madrid, por un discurso de tono conservador.

El problema político de fondo tal vez podría formularse en estos términos: el sector conservador prefiere identificar al partido con el centro-derecha, y para ello no tendría inconveniente en trabajar junto a Alianza Popular o quizá la nueva mayoría -fueron significativos los elogios del señor Alvarez al primer Gobierno Suárez, en que la figura más importante era Alfonso Osorio-, mientras el sector socialdemócrata y otros «hombres del presidente» entienden que la disputa está en el centro-izquierda.

La línea de centro-izquierda triunfa...

terreno que no quieren dejar enteramente al PSOE. La repercusión que este congreso tenga en la proximidad o lejanía de unas elecciones generales es una cuestión tan importante como los gritos unánimes de «UCD, UCD», que rubricaron el discurso de Adolfo Suárez en la sesión de clausura de ayer.El presidente marca distancias

Aunque Suárez anunció que hablaba exclusivamente como presidente del partido, toda su intervención fue hacia fuera, marcada por el deseo de clarificar diferencias entre UCD y sus flancos por la derecha y por la izquierda. No obstante, no olvidó afirmar la entidad de UCD, advirtiendo al comienzo que «me importa más el partido que la posición de nadie en él, incluido yo mismo».

Sin nombrar a ningún político ni partido en concreto, comenzó atacando a la derecha entre los vítores de la sala, de donde salían gritos tales como «envidia que te tienen». Después se dedicó a la izquierda, para dejar claro «que lo que queremos es el modelo político de Europa occidental sin ambigüedades», y añadiendo que UCD no hace como otros, «que dicen una cosa en televisión y otra distinta en los mítines para minorías radicalizadas». Y significativamente evitó pronunciarse sobre las grandes incógnitas del calendario político.

Finalmente, es preciso destacar los llamamientos a la unidad efectuados por Joaquín Molins, líder de la Unión del Centro de Cataluña, y Antón Cañellas, dirigente de la Unión Democrática de Cataluña, quienes resaltaron los méritos de UCD.

Antón Cañellas destacó el papel de UCD en la reintegración de la Generalidad de Cataluña y en la vuelta del señor Tarradellas. «Asumimos el papel de la creación de un gran centro en Cataluña, grande y enriquecido», dijo, y se lamentó de las incomprensiones encontradas en esa tarea. «No basta con decir que acabó la guerra civil -agregó-, sino que hay que construir la paz civil.»

Cabe indicar, por otra parte, que se espera el nombramiento de una comisión permanente de UCD por el presidente Suárez. Los estatutos fácultan al presidente para hacerlo, e igualmente está prevista en los mismos la posibilidad de nombramiento de vicepresidentes para el consejo político del partido centrista.

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