Decrece la acusación de "sucursalismo" contra los centristas

En Cataluña, en los últimos meses, ha decrecido la acusación de sucursalismo de la que originariamente fue víctima UCD. En este sentido, UCD se ha beneficiado del evidente proceso de sucursalización que ha caracterizado la vida política catalana en los últimos meses, y cuyo principal exponente ha sido la penetración masiva del PSOE -por primera vez en la historia- en el terreno político catalán.Ello, junto con el reciente e irreversible acercamiento a UCD del democratacristiano Antón Cañellas -con patente de antifranquismo-, permite afirmar que el momento no es malo para el partido del Gobierno, en lo que respecta a Cataluña. La etapa inmediata revestirá caracteres muy similares a los ya producidos con el socialismo. Sucederá que Cañellas dará a UCD la misma imagen de «catala nidad» que Reventós dio al PSOE.

El gran tema de UCD es cómo maniobrar con relación a Tarradellas, cuya avidez política puede incluso periudicar a quienes creyeron que hacían regresar del exilio a un anciano incapaz de grandes batallas. El miedo a Tarradellas surgió pronto y caracterizó la trayectoría de UCD durante gran parte del pasado invierno, originando, paralellamente, un acercamiento a Jordi Pujol. Pero este acercamiento finalizó con la abstención de Jordi Pujol y sus diputados ante la propuesta en favor de la autodeterminación del diputado vasco Letamendía, una propuesta que mereció incluso el voto en contra del Partido Nacionalista Vasco.

Respecto a la militancia -unas 15.000 personas- poco hay que afirmar, ya que el debate ideológico interno es mínimo, casi inexistente. Se dan elementales ideas de orden y evolución, que no bastan para establecer matices diferenciadores.