En Italia funcionan más de 150 emisoras privadas
«No olvide apagar su receptor.» Era el consejo de las locutoras de la RAI, desobedecido a partir de la segunda mitad de esta década por una audiencia masiva de telespectadores que jugaba con el mando sintonizador de canales en busca de un espectáculo sexy o de un filme nocturno más allá del horario propuesto por la red nacional. conversó con Giuliana Gardini, directora de la revista Weekend y de la emisora privada Teletorino Internazionale, y que intervino en el programa de La clave dedicado a «el futuro de la televisión». Gardini explica la actual situación de las televisiones privadas o libres en Italia y la singular programación de su emisora.
En la mayoría de los países europeos existe monopolio de la radiotelevisión -explotado directamente por el Estado, por un organismo autónomo, o por una o varias empresas mixtas o privadas en régimen de concesión-, y este monopolio se extiende a todas las formas de difusión tanto de programas sonoros como de imágenes, con alguna que otra excepción para la radio y televisión por hilo o por cable.En 1971 comienzan en Italia las emisiones por cable de Tele-Biella en una pequeña ciudad del Piamonte. El acontecimiento escandalizó al país y sobre todo a la RAI. En 1973, treinta emisoras anunciaban su funcionamiento por cable. El Ministerio de Correos y Telecomunicaciones las prohíbe. Pero tras numerosos procesos, el Tribunal Constitucional dicta sentencia el 9 de julio de 1974, considerando legales las estaciones independientes de televisión.
La sentencia considera legales también las estaciones repetidoras, instaladas por empresas privadas, que retransmiten programas de televisiones extranjeras, siempre que no perturben los programas nacionales. En realidad, Tele-Biella había descubierto y aprovechado una laguna legislativa en la Convención Estado-RAI de 1952: fuera del monopolio habían quedado las radiodifusiones y transmisiones no hertzianas y de carácter local.
«El cable no habría obtenido consenso popular -dice Giuliana Gardini- porque no se pueden pagar de 5.000 a 10.000 pesetas por ver los programas de un canal. De las aproximadamente 150 emisoras que existen en Italia, sólo cincuenta pueden considerarse como estrictamente profesionales, es decir, con instalaciones, técnicos y periodistas profesionales. La RAI tiene ahora, como nosotros, una actitud de benevolencia. Si nos hiciese una guerra local, tendríamos que cerrar. Y eso que, según la última encuesta, las televisiones privadas o libres le han quitado a la RAI un 70% de la audiencia. Ahora los grandes, como, por ejemplo, Rizzoli, Rusconi o Agnelli, están en camino de tener sus propias cadenas de televisión, y entonces tendremos muchas pequeñas RAI con enorme poder.
Giuliana Gardini afirma que incluso con un millón de pesetas es posible instalar una pequeña emisora en blanco y negro. Teletorino Internazionale ha sido una de las primeras de Italia en emitir por vía hertziana, depende del diario La Stampa, emite dieciocho horas diarias de programas en color para todo el Piamonte, con repetidores para otras regiones, si bien nuestra intención el llegar a las veinticuatro horas ininterrumpidas. La empresa ha invertido doscientos millones de pesetas. Trabajamos aproximadamente cien personas y llegamos al tope legal de 40.000 telespectadores hora los martes por la noche y el sábado por la tarde, tan sólo en la ciudad de Turín, en la que existen otras diez emisoras privadas para un millón de habitantes. La emisora se financia exclusivamente por la publicidad nacional y local, con una media de diez minutos por hora.
Programación variada
Giuliana Gardini explicó así la programación de un día cualquiera en Teletorino: «Comenzamos a las siete de la mañana, con un programa que se titula La sveglietia («El despertador»): discos, historietas, insertos filmados; el público llama por teléfono para saludar a otras personas antes de ir al trabajo o a la escuela. Es un programa muy seguido por los niños. A las nueve, «Gimnasia para las amas de asa». A las 9.30, un programa sobre las compras en el mercado, los precios y las ofertas más económicas. A las diez, un filme (en Italia se venden en lotes y soporte video, largometrajes con un mínimo de siete años de vida comercial, por un precio que oscila entre 10.000 y 14.000 pesetas). A las 11.30, un programa hecho por muchachos de quince a veinte años: Giungi un posto a tavola; hablan sobre lo que van a hacer esa tarde, exposiciones, reuniones, competiciones... A las 12.30, telediario. A las 13.00, un filme. A las 14.30, un programa para niños, narraciones y cuentos infantiles. A las 15.30 otro programa, realizado enteramente por jóvenes, de carácter informativo y con debates de todo tipo. A las 16.30, un espacio para las mujeres: belleza, moda, etcétera. A las 17.30, un telefilme, casi siempre norteamericano (suele costar unas 10.000 pesetas la hora). A las 18.30, actuaciones musicales adquiridas de las principales casas discográficas a las 19.00 comienza la programación más importante, con espacios profesionales del médico, el abogado, «hobbys» y pasatiempos. A las 19.30, telediario. A las 20.00, «shows» o programas espectáculo de cabaret. A las 21.30, el gran espectáculo de la emisora: juegos y concursos con participación directa de los telespectadores. A las 23.00, un filme a las 0.30, un programa sexy que a veces puede ser de «streap-tease», con duración de quince minutos (actualmente, «Buenas noches con Minie Ninoprio»). Y desde la una a las tres de la noche, un filme, el más importante del día.»La directora de Teletorino Internazionale inició en 1976 los programas sexy, el espacio que más éxito le proporcionó a la emisora. «Yo tenía un programa que se titulaba "Desnudémonos juntos" y que se emitía dentro de "Sueños sexy". Allí desnudarse era un juego.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.