China difícilmente séra olímpica en Moscú
La admisión de China Popular en el congreso de la Federación Internacional de Atletismo, celebrado la semana pasada en Puerto Rico, ha supuesto un éxito deportivo-político de singular importancia para la nación asiática. El potencial chino continental ha dado un paso de gigante hacia su reingreso en el movimiento olímpico, del que salió voluntariamente hace veinte años. Su reconocimiento oficial en el atletismo, primer deporte olímpico, es el espaldarazo definitivo a los frecuentes contactos del deporte chino con el extranjero en las nueve especialidades que ya lo habían admitido anteriormente. De cualquier forma, China, por falta de «rodaje», no estará todavía «físicamente» en los Juegos de Moscú, en 1980. Informa .
La tesis exclusiva de China para su participación en el movimiento olímpico y en las diferentes federaciones internacionales ha sido desde siempre su incompatibilidad con Taiwan. China participó por última vez en unos Juegos Olímpicos en Helsinki, en 1952. Seis años después se retiró del concierto internacional, condicionando su vuelta a la exclusión de Taiwan, a la que considera una provincia del continente. Unicamente permaneció en ciertas federaciones, como las de tenis de mesa o patinaje sobre hielo, especialidades no practicadas en la isla. Lo curioso del caso es que Taiwan, a imagen y semejanza de las dos Alemanias, o las dos Coreas, no ha puesto nunca inconvenientes a que existan dos comités olímpicos nacionales en el seno del Comité Olímpico Internacional. Era, y es, su única esperanza de sobrevivir, quizá pensando en el imposible de que el deporte encuentre una solución distinta a la política. A fin de cuentas, el olímpismo siempre ha repudiado sus injerencias. Pero la realidad es que el COI, aunque aún da la espalda a temas como el profesionalismo, entre otros, porque no son particulares y se les pueden dar largas, no ocurre lo mismo con el problema chino. Si la ONU admitió a Pekín en 1971 y expulsó a Taipei, el COI debe seguir ese camino. La Federación Internacional de Atletismo, que no tiene que ver oficialmente con el COI, pero sí es su sustento fundamental a la hora de unos juegos Olímpicos, ha dado el paso clave a imitar.
La decisión canadiense de impedir la participación de Taiwan en los pasados Juegos Olímpicos de Montreal fue ya un indicio claro del contrasentido. Si políticamente sólo China era la reconocida, el Gobierno de Canadá no podía admitir como representación del pueblo chino a un fantasma deportivo. Cabe señalar que la decisión de entrada de China en el COI sólo depende de una votación, pues el requisito indispensable de pertenecer a cinco federaciones internacionales estaba cubierto mucho antes del espaldarazo atlético. Aparte del tenis de mesa y del patinaje, las federaciones internacionales que ya tienen reconocida oficialmente a China -y expulsado a Taiwan, por consiguiente-, son las de Baloncesto, Esgrima, Halterofilia, Hockey, Lucha, Piragüismo y Voleibol.
"Consolidar su posición"
China quiere acabar su aislamiento y se lo ha planteado ya incluso a Lord Killanin, presidente del COI, el cual sólo ha hablado de «dar un poco de tiempo hasta consolidar su posición». La posición es ya bien sólida. Una organización de tipo olímpico, como los Juegos Asiáticos, sentó un precedente el 19 de septiembre de 1973 al excluir a Taiwan y admitir a China Popular en los Juegos de Teherán, en 1974.La entrada de China en el COI no puede hacerse esperar. Sin embargo, a dos años vista de los Juegos Olímpicos de Moscú, lo que sí parece claro es que no estará en ellos. Una potencia de su categoría no puede permitirse el lujo de ser un mero comparsa, mientras que Estados Unidos y la URSS, por no recordar a la RDA o Cuba, se llevan el grueso de las medallas. Y China, actualmente, sólo se encuentra en «rodaje» para alcanzar las más altas metas.
Ya en los Juegos Asiáticos de 1974 tuvo éxitos, pero no los que cabía esperar de un pais con una población de novecientos millones de habitantes. Su problema ha residido en el largo aislamiento sufrido. Recordemos que el deporte chino vivió un esplendor fugaz a partir de la revolución, en 1949, pronto cortado por su autoexclusión internacional en 1958. De todas formas, hasta 1966 surgieron figuras consideradas fruto directo del sistema, como Chin-chin saltador de altura, que batió con 2,29 la plusmarca de Valery Brumel -curiosamente, ambos nacieron el mismo día y utilizaban el rodillo ventral-, o el sprinter Chien Chua-chuang, que igualó en su momento el récord mundial de cien metros, con diez segundos justos. Los récords no pudieron ser homologados, al no pertenecer China a la IAAF, y el problema, además, fue que coincidiendo con la revolución cultural, de 1966 a 1970, se reafirmó aún más el convencimiento chino de progresar en solitario. Al cerrarse las fronteras para todo, a fin de solucionar los difíciles problemas internos, los atletas de élite dedicaron -y se acabaron de perder, pues ya ni antes estaban oficialmente en federaciones internacionales- a enseñar al pueblo. Ahí se fomentó el deporte de masa, que sólo desde 1970 se trató de concretar hacia el de élite nuevamente.
Pero el retraso de varios períodos duros lo nota ahora el deporte chino. Aunque sus avances en ciertos deportes, como el baloncesto o el voleibol, parecen espectaculares, no corresponden a su valor intrínseco. En el mundial de la canasta, que termina mañana en Manila, China ronda el último puesto de los catorce participantes. Sólo en el pasado Mundial de Voleibol masculino celebrado en Italia, China tuvo mejor actuación, pues consiguió entrar en el grupo final de doce equipos, acabando séptima. En los recientes mundiales de halterofilia quedó octava por naciones, con sólo una medalla de bronce de noventa repartidas. El atletismo tampoco ha vuelto a dar grandes figuras, aunque hace unas semanas un equipo chino sólo perdió por tres puntos con Japón, primera potencia asiática. Pero los nipones no son nadie internacionalmente. Al parecer, los contactos se sucederán a partir de ahora, y se celebrarán periódicamente reuniones importantes en Pekín y otras ciudades chinas.
Se busca el «rodaje» porque, para China, Moscú está muy lejos. Estando tan cerca ya. Y todo ello aparte de que se la admita en el COI y de que no existan después problemas -casi con seguridad, no- para su participación en los juegos de 1980. El deporte del país más poblado de la Tierra necesita tiempo para ponerse a la altura internacional. El plazo, lógicamente, debe ser hasta los de Los Angeles, en 1984. Quizá también precise, imperiosamente, sacar muchos Ni Chih-chin que ahora ya, oficialmente, den altura de élite a su masa. El saltador frustrado, que el próximo 14 de abril cumplirá 36 años, si hubiese sido en 1970, al superar los 2,29 metros, una garantía olímpica china para Munich 72.
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