El resultado de los medicamentos depende de la relación médico-enfermo
ENVIADO ESPECIAL, El mayor o menor éxito en el empleo de un producto farmacéutico está en relación con el carácter positivo o negativo de la relación personal entre el paciente y el médico. Este es el resultado de una investigación realizada por un científico norteamericano y presentada en uno de los simposios en el II Congreso Mundial de Psiquiatría Biológica.
El simposio número dos, Pensamiento biológico y psicoterapia, está siendo un interesante marco de presentación de puntos de vista que se acercan a una visión de los hechos más sintética entre el pensamiento organicista y el psicosocial. El doctor Gochfeld, del departamento psiquiátrico de Long-Island Jewish-Hillside Medical Center (EEUU), ha ofrecido una interesante investigación que muestra cómo los factores emocionales inciden en el tratamiento con fármacos. El citado investigador se ha referido al papel de lo que el psicoanálisis denomina transferencia y contratransferencia en el uso de los fármacos.
La transferencia es ese fenómeno interpersonal, intuido por la antigua brujería y hoy bien estudiado por el psicoanálisis, que hace que el paciente confiera un especial valor a lo que le dice su médico, de igual modo a como el niño confiere especial fuerza a lo que le dice su padre. Las personas, pues, transferimos sentimientos y potencialidades propias a la persona del otro sintiendo que es él quien actúa en lugar de uno mismo.
El científico norteamericano considera que los efectos de los medicamentos «pueden depender de que el doctor-padre sea visto por el paciente como benévolo o malévolo», según la temprana experiencia infantil que le llevó a la fijación en aspectos positivos o negativos de la imagen paterna.
Médicos ansiosos
También la contratransferencia, es decir, la actitud por parte del médico ante el paciente, incide en el resultado bioquímico de los medicamentos. Un psiquiatra, por ejemplo, demasiado angustiado ante los síntomas del paciente tenderá, quizá, a atiborrarle de pastillas. Los temores, expectativas, actitudes, etcétera, del inconsciente del médico están jugando un papel que puede, según Gochfeld, «afectar al éxito de un tratamiento con medicamentos».Otro curioso fenómeno, en esta línea, consecuencia de la simplista escisión entre lo bueno y lo malo, es el hecho de que muchos pacientes, cuando son tratados con psicoterapia y farmacoterapia, a la vez, desdoblan, en ocasiones, sus expectativas, viendo a uno de los terapeutas como bueno y al otro como malo, afectando esto al éxito del tratamiento.
Otra ponencia, también en el marco del simposio 2, sobre Pensamiento biológico y psicoterapia, la presentada por el doctor Baca Baldomero, de la facultad de Medicina de Alcalá de Henares considera que «cada vez aparece como más necesaria una concepción de la psicoterapia que no margine ni rechace el valor del cuerpo como ámbito donde se materializa la acción psicoterapéutica».
Critica este científico español el excesivo verbalismo de algunas corrientes terapéuticas, afirmando que «es necesario que la psicoterapia reexamine su tendencia a la magnificación de lo verbal y admita que, el soporte de toda comunicación es siempre lo corporal en tanto que cuerpo vivo », asegurando también que, «por, otra parte , el pensamiento biológico ha de trascender el estricto mecanismo».
También el trabajo de un neurocirujano italiano, el doctor Federico Navarro, incide en la necesidad de acercamiento entre los planteamientos psíquicos y los somáticos, insistiendo en las investigaciones de Wilhem Reich, cuya metodología «psicoterapéutica parte de las bases primeras del psicoanálisis freudiano».
Según Navarro, «mientras la memoria intelectual está ligada a la célula nerviosa, la emocional está inscrita en las estructuras musculares», lo que justifica, según él, una mayor necesidad de trabajar, en psicoterapia, a niveles corporales.
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