_
_
_
_
_

No interesaron las figuras, mientras triunfaban los segundones

Estas son lecciones que se deducen de la feria de Valencia que terminó el domingo último: las figuras del toreo no llevan público a la plaza, mientras los segundones la llenan; las corridas de toros encastados divierten al personal y las de borregos lo aburren.

Cuando coinciden en el mismo cartel corridas de toros encastadas y toreros segundones, el espectáculo tiene resultado s brillantes; cuando coinciden en el mismo cartel figuras del toreo y borregos (siempre), se producen teleles en el tendido y varios espectadores han de ser retirados en camilla o en brazos de la familia. En cuanto a ganaderías, triunfaron los victorinos (casta sobre Casta), los pablorromeros (presencia y nobleza) y los miuras (estampa y clase). En cuanto a toreros, Ruiz Miguel, con los victorinos, Julio Robles, con los pablorromeros, y Dáraso González, con los miuras. Aparte, Manolo Cortés, también en la miurada: acabó con el cuadro.

Fracasaron los lisardos de El Viti, El Viti con los lisardos, Manzanares, a pesar de las orejas que le regalaron (en Valencia siempre le regalan trofeos a Manzanares) y Teruel, que poco dice. No es que estuvieran mal. Es que dieron la paliza, los Pobres, en colaboración con el tontotoro, y además sufrieron el, revés mayor que le puede ocurrir a una figura: la gente no fue a verles.

Si aburren y si no llenan la plaza, ¿qué pasa aquí? Pasa lo que se viene diciendo durante años: que son figuras en tanto en cuanto les llevan en palmitas los grandes empresarios-exclusivistas. Mas aclaremos: nunca diremos que El Viti no ha sido un gran torero, ni que Manzanares y Teruell no reúnan, posiblemente, condiciones para serlo, pero se benefician demasiado de la desigualdad de oportunidades. Aún tienen mucho que demostrar.

He aquí una especulación que a toda hora se repite a nivel de taurinos y de aficionados: ¿qué pasaría si las figuras llevaran un apoderado de tantos, con la necesidad de ganarse contrato tras contrato (uno a uno, a golpe de triunfo), y la docena de toreros segundones que funcionan precisamente en tales circunstancias gozaran de la planificación y ayuda de los empresarios-exclusivistas, que los imponen en lo. das las ferias, pase lo que pase, y con ganado de garantizadas dulzuras?

Sería mejor sin embargo, matar al perro (i plas!) para acabar con la rabia; es decir, poner el veto a los empresarios-exclusivistas para que empiece de nuevo la igualdad de oportunidades entre los toreros y actúen más los que de verdad interesen o se lo ganen. La fórmula, entendemos, está en manos de las diputaciones propietarias de cosos, cuando sacan a subasta sus plazas (por ejemplo, las de Madrid y Valencia). Una cláusula principal en el pliego de condiciones debería ser que no podrán concursar los empresarios que a su vez apoderen toreros directa o indirectamente, durante todo el tiempo de duración

En fin, y para volver donde estábamos: la feria de Valencia, un petardo de mucho cuidado durante los días de grandes carteles, como para barrer la afición hasta por sus raíces, fue un buen espectáculo las tardes de los victorinos, los pablorromeros y los miuras, y brillantísimo, además, esta última -traca y gran castillo de fuegos artificiales, cabría decir- Menos mal. La fiesta, que estaba tocada de ala en Valencia, renació de sus cenizas y no milagrosamente: juntaron toros y toreros en la misma corrida y no hacía falta más.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_