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Tribuna
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Basta

Las tragedias en boxeo son también como el rayo que no cesa. Sólo el paréntesis veraniego y que Salvador Pons cayera herido de muerte fuera de Madrid, en una velada de aficionados sin brillo, la han hecho más modesta. Pero la tragedia es la misma.De nuevo se reproducirán las polémicas sobre un deporte que atenta directamente contra el ser humano cuando quizá el único y gran paso que falte por dar es su supresión, al menos, inicialmenle, en el plano profesional. En el aficionado, como es este caso, un rigurosísimo control médico. El peligro de un deporte que busca la conmoción del contrario sólo se puede evitar suprimiéndolo de raíz o controlándolo mucho más, según sus carripos. Las palabras se las lleva el viento. Las decisiones, no.

Lo lamentable es que el tiempo lo cura casi todo, y por eso la oleada de comentarios surgidos entre el 17 y el 22 de febrero pasados, fechas del combate, agonía y muerte del neoprofesional Rubio Melero, estaba hasta el sábado en el olvido. Salvador Pons, como tantos otros boxeadores, debió pensar entonces que él no se iba a ver en semejante situación. Directivos y afitionados -si es que queda ya alguno con morbo- pasaron unos momentos malos y dijeron para sus adentros: «Hasta la próxima.»

La próxima ya ha llegado, y aunque sea verano, aunque las polémicas no sean tan fuertes, hora es de decir basta, para que en un plazo más o menos largo no vuelva a suceder otra tragedia, «profesional o aficionada».

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