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El nacionalismo escocés afronta hoy una difícil prueba electoral

El nacionalismo escocés afronta hoy una prueba de fuego en la elección parcial que se celebra en Hamilton, al sur de Glasgow, donde mide sus fuerzas directamente con el Partido Laborista.

Los pobres resultados del partido regional en las pasadas elecciones de Garscadden y en las administrativas de comienzos de mayo han concentrado un interés inusual en la votación de Hamilton, que si, por un lado va a proporcionar una pista segura sobre el futuro inmediato de las aspiraciones escocesas también pueden allanar decisivamente el camino al primer ministro para la convocatoria de elecciones generales.De creer en los sondeos de opinión, la estrella nacionalista declina por momentos. Aunque sería ingenuo y prematuro enterrar al movimiento independentista, lo cierto es que las en cuestas mas recientes arrojan un 28 % de convencidos partidarios de la independencia para Escocia. Según esas mismas prospecciones, el Partido Laborista podría aventajar hoy en un 20 % al Nacionalista Escocés (SNP).

Hamilton, una antigua ciudad minera, ha sido un feudo labour desde principios de siglo. Sólo en 1967 el SNP dio el gran campanazo ganando por un 36 % de diferencia, pero, tres años después, los laboristas recapturaron el asiento, que mantienen por una exigua ventaja de 3.500 votos sobre los nacionalistas.

Los conceptos manejados por los dos principales candidatos en su campaña electoral van a facilitar bastante la lectura de los resultados de hoy. Para Margot Macdonald, la enérgica y guapa candidata del SNP, a Escocia no le basta con el proyecto de autonomía restringida que se debate en el Parlamento; necesita la independencia. El laborismo, por vez primera, ha concentrado sus ataques en lo peligroso del «separatismo» escocés.

El Partido Nacionalista es una maquinaria entusiasta, bien engrasada, organizada y Financiada. Su idea más firme, como acaba de probar la conferencia anual que se ha clausurado en Edimburgo, es que representa la única alternativa para que los recursos de la región (energía, tierra, fuerza de trabajo) no sean manejados desde Londres.

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