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El presidente del Barça satisface a la derecha

La izquierda no ha podido ganar las elecciones presidenciales del Barcelona. Nicolau Casaus le ha quitado a Ferrán Ariño los votos suficientes para que José Luis Núñez se haya convertido en el sucesor de Montal. La derrota de Ferrán Ariño han producido alegrías en Barcelona desde el entorno de López Rodó hasta el de los ucedistas. La elección presidencial del Barça ha sido un test que habrá que tener en cuenta a la hora de las elecciones municipales. A nivel futbolístico Pablo Porta se ha quitado un peso de encima. Respiró tranquilo al conocer los resultados. Como tranquilos pueden respirar los madridistas porque no hay crisis en el club ni dimisión de Bernabéu.

La gauche divine ya no podrá tomar asiento en el palco del Camp Nou. El Barça, mes que un club, se ha quedado en premin¡autonómico. La decidida oposición que Ferrán Ariño iba a suponer a nivel federativo nacional ha quedado en agua de borrajas. El nuevo presidente del Barcelona no pertenece al nacionalismo catalán y ni siquiera ha nacido en Cataluña.

El dinero manejado por José Luis Núñez en su campaña electoral ha dado buenos resultados. El dinero invertido por gentes interesadas en derrotar a Ferrán Ariño, también ha producido sus dividendos. Al margen de que José Luis Núñez manifieste su independencia política es evidente que, de su victoria, se ha alegrado la derecha, y la izquierda se ha sentido defraudada.

Los partidos de izquierda, que en estas elecciones no han acabado de jugar sus bazas abiertamente, se han encontrado con la sorpresa de que sus candidatos se han quedado fuera de La Masia. Evidentemente la postura de Cruyff ha resultado muy positiva para el ganador. El hecho de que Núñez contará con el apoyo de Cruyff se ha dejado notar en las urnas. De Ferrán Ariño ya se sabía que ningún trato favorable podría encontrar el as holandés.

Por la tensión que ha existido en Barcelona, por la lucha abierta entre los candidatos, por las reacciones que ha producido el resultado final no parece muy complicado aventurar que el nuevo presidente va a tener una compleja tarea. Su permanencia en el puesto sólo será posible si los éxitos deportivos le acompañan de una manera rotunda. Una época de escasez de títulos, como la de Montal, en él es impensable. Si Nuñez no consigue ganar la próxima Liga las protestas de los espectadores no irán dirigidas, como es habitual, al banquillo del entrenador; los pañuelos se moverán hacia el palco presidencial. La oposición estará en permanente alerta. El mandato de Núñez estará lleno de sobresaltos a no ser que el Barça trate de tú a tú al Madrid.

Una operación tortuosa pretendía sustituir a Bernabéu en la presidencia del Madrid. De un tiempo a esta parte las presidencias de los grandes clubs se han vuelto muy apetecibles, sobre todo, para ciertas organizaciones que han perdido el poder político. Bernabéu no dimite, ni dimitirá. Hacerse otras ilusiones resulta vano.

Santiago Bernabéu está enfermo, pero la mayoría de los socios está dispuesta a respetar su decisión de permanecer al frente del club. La mayoría de los directivos está de acuerdo en suplirle cuanto tiempo haga falta. Que algún directivo piense en la posibilidad de suceder a Bernabéu no quiere decir que los demás vayan a hacerle el juego.

Entre los directivos hay notable malestar y algunos han calificado de ligereza el hecho de que uno de ellos haya manifestado a este periódico unas soluciones sobre las que no se ha tomado acuerdo. Por cierto, que algunas de ellas son incluso antirreglamentarias. El Madrid no es un equipo de regional para caer en manos de una gestora.

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