Carnets de imparcialidad
El fútbol español no tendrá remedio mientras no se ponga freno a los intereses particulares con una reglamentación más aséptica. Es inútil plantearse que todo marche sobre ruedas, cuando los conductores no tienen el carnet de la imparcialidad. Aunque resulte un tanto utópico, todavía cabe pensar que existen hombres en el fútbol lo suficientemente imparciales como para ocupar los puestos rectores de todo el balompié nacional.El nuevo caso del jugador juvenil Marcos, hijo del conocido ex defensa del Real Madrid Marquitos, tiene más importancia como ejemplo que como trascendencia en sí. El presidente del Racing de Santander -aparte del absurdo detalle de dejarle venir a la concentración del equipo nacional juvenil que jugará la final del torneo de la UEFA, para estar sólo veinticuatro horas, se lo llevó ayer para la capital montañesa. El señor López Alonso es también vicepresidente de la Federación Española y presidente del Comité de Fútbol Profesional. Marcos es titular indiscutible de la selección juvenil, pero a lo mejor ni siquiera interviene en el decisivo -eso sí- partido del próximo domingo Rácing-Sporting de Gijón, en el que su equipo se juega el descenso.
El reglamento federativo indica que debe ser prioritario el interés de cualquier equipo nacional, aunque nadie dude que lo ideal sería compaginar necesidades para no lesionar a los clubs. El hecho grave, sin embargo, nuevamente, es que no se puede ser juez y parte, para favorecer a la parte. Esta vez ha sido en los juveniles y en otra ocasión será en cualquier tema. Mientras los presidentes de los clubs mangoneen en la Federación, no pueden extrañar cosas peores.
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