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Otra moruchada en Carabanchel

De nuevo en Carabanchel, se ha lidiado una novillada muy mansa, casi morucha. Esta temporada, la empresa cuida con esmero, digno de elogio, la presentación del ganado. Pero será mala suerte, los novillos salen tirando bocados. El primero de los novillos de Santero, antes Enrique Garde, fue un marmolillo, que se aquerenció en tablas. Una grúa hacía falta para sacarlo de allí. El segundo daba unos derrotes impresionantes. El quinto fue un reservón con aviesas intenciones. Sólo tercero y cuarto se podían torear, pero éste cayó en manos poco diestras.El veterano Antonio González, dio aceptables verónicas a sus dos novillos, con el defecto de codillear. A su primero, que no tenía un pase, trató por todos los medios posibles de sacarlo de tablas, pero no hubo forma humana. El cuarto llegó noble a la muleta, González le hizo una faena larguísima, sin calidad. El animal pasaba, pero a su aire, sin ir toreado nunca; el diestro, al menos, se quedaba quieto. Lo mató a pellizcos, cuando el presidente le envió el primer aviso.

Plaza de Carabanchel

Novillos de Francisco Santero, aceptables de presencia, todos muy mansos, peligrosos primero, segundo y quinto; toreables los demás. Antonio González: Palmas y saludos. Dos avisos, palmas y saludos. José Mari Martín: Vuelta. Silencio. Morenito de Maracay: Vuelta. Vuelta.Presidió muy bien el comisario Corominas.

José Mari Martín, en el segundo aguantó derrotes escalofriantes y se entregó al matar. Con el quinto, otro mulo imposible, bastante hizo con matarlo, tras valiente e ineficaz porfía.

Morenito de Maracay, estuvo variado y torero con el capote. En las verónicas pecó, a veces, de llevar el lance hecho. Hubo chicuelinas ceñidas, navarras, remates rodilla en tierra, revoleras y, sobre todo, un quite por gaoneras en el cuarto. Muy lucido todo, en este torero, que se gana al público desde el principio por una sencilla razón: sabe que el capote sirve para torear. Banderilleó a sus dos novillos con espectacularidad, a cabeza pasada, excepto en el segundo par al sexto. Con la muleta tardó en ver la nobleza del tercero. Cuando se acopló toreó con temple sobre ambas manos, pero se alargó mucho. En el sexto estuvo valiente y voluntarioso.

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