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Entrevista:

Carlos García Valdés: "Terminaré la reforma penitenciaria emprendida por Jesús Haddad"

«Yo voy a sacar la nueva ley Penitenciaria», dijo a EL PAIS Carlos García Valdés, poco después de conocer su nombramiento de director general de Instituciones Penitenciarias. «Mi actitud será oirlo todo y a todos, escuchar cuanto me tengan que decir, y verlo todo desde los lugares mismos. Voy a seguir la reforma penitenciaria con el recuerdo de la emprendida por Jesús Haddad.»Efectivamente, este cargo, que es uno de los más difíciles de la actual Administración española, ha recaído por decisión del Consejo de Ministros formalizada ayer sobre el conocido penalista Carlos García Valdés, profesor numerario de la materia en la Universidad de Salamanca, y una de las voces autorizadas que con más insistencia se han hecho oír en torno a la necesaria reforma de las cárceles de España. Partidario de una reforma radical del sistema penitenciario, desde el entendimiento mismo del sentido de la privación de libertad y la reinserción social de los delincuentes, recibe el nombramiento en un momento especialmente delicado, cuando su antecesor en la tarea de reforma de las prisiones ha sido asesinado, y las cárceles españolas pasan por un momento crítico de violencia e inestabilidad.

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Consciente de estos graves problemas, Carlos García Valdés dijo a EL PAIS: «Me doy de plazo entre mes y medio y dos meses para conocer en persona y desde dentro los problemas carcelarios, para escuchar a todos los implicados en el tema, sin prejuicios, para empezar desde el principio. Sólo entonces, en posesión de los más datos posibles, tomaré las decisiones necesarias para seguir adelante con la reforma penitenciaria que comenzara mi antecesor.»

El nuevo director general, que calificó su estado de ánimo corno una «sensación de enorme responsabilidad y preocupación», resumió para EL PAIS lo que ha de ser su programa de actuación: «Es público que desde hace mucho tiempo mi caballo de batalla, lo que considero la clave de la reforma penitenciaria, es la judicialización de las cárceles, esto es, que la Administración de la pena decidida por los jueces dependa asimismo de ellos, y a ello me entregaré de lleno, tanto en la redacción de la nueva ley Penitenciaria, que ya está en marcha, como en las medidas prácticas a tomar.»

«Voy a potenciar al máximo el régimen de cárcel abierta, y convertir en excepción real el régimen de seguridad. Voy a dignificar social y económicamente el cuerpo de funcionarios, única base desde la que se puede reformar la vida diaria de las prisiones, y voy a hacer que el trabajo de los presos sea lo contrario de un sistema de sobreexplotación de las personas. Quiero asegurar la no reincidencia de los delincuentes poniendo el acento en fórmulas realistas de reinserción social, y quiero, por fin, que la ley de Reforma Penitenciaria se acabe de redactar y entre en vigor de inmediato. Esto, como sabes, depende del Parlamento, pero yo espero que así suceda.»

Sobre el lado económico de sus proyectos, dijo el nuevo director general: «Efectivamente, todo esto cuesta mucho dinero. Contamos con cantidades importantes, puestas a disposición de mi antecesor, Jesús Haddad, y pienso pedir créditos extraordinarios al Congreso.»

Respecto al reglamento penitenciario, Carlos García Valdés se reafirmó en lo que dijera en su momento a EL PAIS: «Hay que cambiarlo. El actual reglamento no sirve para nada en este momento. » Y respecto a la corrupción de la Administración en las cárceles, dijo: «Ese mal sólo puede atajarse desde una dignificación real de los funcionarios, a nivel económico y a nivel de aprecio social. Por supuesto, se va a fomentar la inspección y el control de las cárceles, con la creación de ese cuerpo de inspectores de zona que ya había previsto Jesús Haddad. El decreto que regulará la regionalización de las cárceles y este cuerpo de nueva creación, que dependerá directamente del director general, está ya en marcha y pendiente de aprobación.»

Por supuesto, en la entrevista que EL PAIS mantuvo con el señor García Valdés se mencionó, y no de pasada, el tema de las tensiones candentes en algunas prisiones españolas. Las jornadas de Carabanchel y la situación de violencia largamente arrastrada, en el penal, de El Dueso fueron consideradas por el nuevo director general como las más candentes: «Lo primero que voy a hacer, en cuanto tome posesión de mi cargo, es ir personalmente a El Dueso. Y así, con todos los problemas heredados y los que vayan surgiendo.» Respecto a esa necesidad, que muchos consideran indispensable, de facilitar el recambio de algunas personas entre los funcionarios de Prisiones, dijo: «Los funcionarios están en mis preocupaciones. Ya te he dicho que durante más de un mes mi actitud será receptiva y desprejuiciada, y que escucharé a todos, es decir, a todos. Sólo después de tener en mis manos todos los datos, tomaré cualquier decisión necesaria para llevar adelante la reforma penitenciaria emprendida.»

Una acogida unánime

En medios relacionados con las instituciones penales y judiciales, el nombramiento de Carlos García Valdés ha sido acogido con entusiasmo, al menos entre los sectores más progresivos, que han hecho saber a EL PAIS la agradable sorpresa que supone el nombramiento de la persona idónea, la que tanto los penalistas como los familiares y amigos de los presos comunes hubieran elegido. Han hecho hincapié estas fuentes en la intachable trayectoria política, el arrojo de que ha hecho gala Carlos García Valdés y la capacidad profesional para un puesto para el que está sobradamente preparado. Se han hecho eco asimismo de su independencia demostrada y de su honestidad pública y conocida. Hacen pública su voluntad de cooperación en la tarea de reformar el sistema penitenciario español y ruegan al Ministerio de Justicia, y en general al Gobierno, el mínimo de cortapisas a la labor del nuevo director general.El nuevo director general de Prisiones nació en Madrid hace 31 años. Licenciado en Derecho, se doctoró en 1974 con una tesis sobre el sistema penitenciario español, que fue considerada por el tribunal exam¡nador como sobresaliente cum laude. Es profesor numerario de la Universidad de Salamanca y profesor extraordinario del Instituto de Criminología de Madrid. Durante mucho tiempo ha sido miembro del consejo de redacción de Cuadernos para el Diálogo, y junto al penalista sevillano Ramón Carande y a María Asunción Milá y otros especialistas en el tema, ha sido fundador de la Asociación contra la Pena de Muerte.

La negativa a la pena de muerte y su actitud por la reforma penitenciaria han sido el tema de varios libros publicados hasta ahora y de numerosos artículos. Entre los títulos que firmó están No a la pena de muerte (1975), El régimen penitenciario de España (1975), La nueva penología (1977) y Código de leyes penales (1977), este último en colaboración con su maestro, el profesor Gimbernat.

«Carlos García Valdés es el hombre que puede resolver el problema de las cárceles de España», dijo Juán Antonio Ortega y Díaz-Ambrona, subsecretario del Ministerio de Justicia cuando confirmó a EL PAIS su nombramiento. «Es la persona idónea por sus conocimientos y por la dedicación demostrada al tema», dijo, y añadió: «Yo pido a abogados, jueces, funcionarios y presos la colaboración con él para la solución de los problemas carcelarlos.» Y el conocido magistrado madrileño Carlos de la Vega dijo a EL PAIS: «Es la persona que yo hubiera nombrado, de ser ministro de Justicia.»

Como es sabido, el señor García Valdés es políticamente independiente y su actuación en torno a estos temas no es simplemente teórica. Por dos veces ha sido sancionado por el desaparecido Tribunal de Orden Público, la primera por negarse a defender a un cliente a puerta cerrada, y la segunda, en que fue procesado y separado de la docencia, por denunciar malos tratos a un detenido.

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