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El deporte español sique adormecido

Benito Castejón, incomprensiblemente, todavía no ha dimitido como director general de Deportes. Antonio García de la Fuente, presidente de la Federación de Judo, afortunadamente, ya ha presentado su renuncia al cargo. Aunque los hombres-problema se marchen, y hay una larga ristra en las federaciones nacionales, el deporte español seguirá anclado porque quienes pueden desarrollar una labor interesante se encuentran aherrojados. El propio Castejón ha confesado que no puede hacer nada. El deporte español estará adormecido hasta que las elecciones municipales demanden su despertar.

No hay tiempo tormentoso propiamente dicho sobre el deporte, pero si existe un panorama al que no se le observan ganas de clarear. El Consejo Superior de Deportes parece como si estuviera hibernado. Benito Castejón se limita a hacer planes, proyectos y estudios teóricos sobre lo que debe ser el mañana. Pero el presente es estomagante. Benito Castejón no puede trabajar. No le dejan. Lo sabe y, sin embargo, aguanta. No es comprensible su actitud. Está quemando su etapa con una tremenda pájara y todo el terreno es para él cuesta arriba.La situación no es nueva ni mucho menos y por eso extraña que el director general la sostenga. Por perder se perdió incluso la oportunidad de las elecciones a las presidencias federativas, porque no se consiguió lavarle la cara al deporte. Todo lo más se quitó algunas legañas.

A nivel organizativo casi todo sigue en las mismas manos y a nivel político se nota cada día más la desconexión que existe entre el director general y el ministro. Como encima hay incluso dificultades para poder manejar el dinero y una cosa es la fiscalización de las cuentas y otra la roñería en las entregas de lo indispensable, resulta poco menos que imposible poner en marcha planes coherentes.

No entiendo qué interés puede tener Benito Castejón en quemarse al no poder realizar lo que desea y se comprende menos todavía que se agarre al sillón cuando, de alguna manera, se le indica que su mejor solución es la dimisión. Aquí parece que hay un problema de lenguaje a la gallega en el que ministro y director general son maestros.

El deporte es uno de los sectores en los que menos penetración democrática existe. No es aventurado suponer que en el Ministerio no gusta el rumbo de la nave deportiva y me atrevo a imaginar que no se empezará a largar trinquete hasta que las elecciones municipales no se acerquen. Será entonces el momento de poner en marcha nuevas obras, nuevos complejos deportivos y de conceder subvenciones a los municipios. Será una buena inversión de cara a las urnas.

Una buena inversión ha sido conseguir que Antonio García de la Fuente abandone el judo. De entrada, karatecas y demás compañeros mártires comenzarán a respirar. Al fin esta Federación, que cuenta con algunas secciones sobre las que convendría meditar en torno a sus necesidades de promoción -para mi nulas-, comenzará a tener unos fondos mucho más saneados. No ha habido motivos para considerar que el ex presidente malversara fondos. Que haya quedado limpio de culpa en este aspecto le honra. De lo que si se le ha podido acusar siempre y de manera irrebatible ha sido del gasto innecesario en partidas como relaciones públicas y otras zarandajas. García de la Fuente supo como nadie hacerse publicidad. Era el maestro de la coyuntura en las notas a la prensa. Era el hombre que mejor aprovechaba aquello de que el Pisuerga pasa por Valladolid, para intentar lucirse.

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