Profesión dañada
En la edición de vuestro suplemento dominical correspondiente al 12 de febrero se inserta una carta que, junto con otros, firma el señor Martín, donde intenta relacionar el artículo Los hombres de las sombras con los profesionales de relaciones públicas. Me parece conveniente aportar una breve puntualización.Sin entrar en el fondo de la carta que expresa, en una de sus vertientes, un punto de vista digno de toda consideración -la defensa de un amigo, y que dentro de este concepto podría suscribir sin ningún desdoro-, quiero abiertamente renunciar al dudoso privilegio de ser defendido por el señor Martín y por aquello que él dice representar.
Tengo la absoluta seguridad de que nuestra actividad profesional no está necesitada de este tipo de acciones, ya que nunca me he sentido sujeto pasivo de ninguna conjura de los medios informativos. La paulatina aparición de una mayor libertad de expresión ha venido a clarificar diversas posturas, con mayor o menor riesgo para algunos, pero este hecho no ha significado cambio alguno en la línea de actuación de otros profesionales.
La difusa y dudosa imagen de la asociación de la cual se confiesa vicepresidente el señor Martín y Alonso Martínez pocos servicios puede rendir ya a la profesión, como no sea su autodisolución inmediata, si es que ésta no se ha producido en la fecha de aparición de esta comunicacion, y debido a un maniobrerismo digno de mejor causa.
Los últimos acontecimiento dentro de nuestro status profesional y un «remitido» publicado en La Hoja del Lunes de 27-2-78, donde se vuelve a tachar de tendenciosidad a algunos medios de comunicación, pone de manifiesto que la profesión -supuestamente defendida- está en trance de ser, seriamente dañada. La utilización de un comunicado pagado -también me pregunto con qué tipo de fondos- para atacar de nuevo a los medios informativos descalifica a cualquier, no digo profesional, sino amateur de las relaciones públicas.
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