Los grandes empresarios, entre la espada y la pared

Los toreros modestos han iniciado la sublevación contra las grandes empresas. La excusa es el regionalismo, pero el fondo de la cuestión está en un intento de desquite frente a la política torpe y cruel de los monopolistas, que han hecho de la fiesta coto, para poner en la cúspide a unos pocos toreros de discutibles méritos y dejar en la estacada a todos los demás.Los tres toreros valencianos del plante y la amenaza estarán en las corridas falleras y en la feria de julio; pero esta condescendencia de la empresa de Valencia-Madrid no es más que un parche, aplicado mal y a deshora. El ejemplo lo tenemos en Balañá, quien, curándose en salud, ha querido contratar (o ha contratado ya) a un buen puñado de toreros sevillanos para la feria de abril, y apenas ha conseguido nada porque el resto -¡y son muchos los de esta tierra!- quieren volver a tener la oportunidad que apenas se les dio en su día y les relegó al olvido.

Hay un intento de revisión total de los planteamientos del espectáculo desde las filas de los modestos, que presumiblemente no parará hasta que salte hecho pedazos el armazón de los monopolios, y ese es un bien que harán a la fiesta. Por primera vez los grandes empresarios tienen graves impedimentos para montar antes de que empiece la temporada los carteles de todas las ferias, con repetición machacona de los mismos nombres -no llegan a la decena-, los quierael aficionado o no los quiera. Si de ahí se consigue que cada feria y cada cartel sea consecuencia del resultado artístico de la feria y el cartel anterior, la temporada volverá a tener, como antaño, el valor añadido de la variedad y el estímulo.

Los empresarios del monopolio están entre la espada de las reivindicaciones de los modestos y la pared de su continuidad en el negocio. Bueno, ellos mismos se lo han buscado.