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El Atlético de Madrid, en mejor camino

El Atlético, al fin, consiguió una mínima, pero merecida victoria. Fue ante un Barcelona que empezó muy bien, con hechuras de gran equipo y ocasiones magníficas de marcar, pero que acabó, decepcionando por su falta de ambición. Un equipo de su categoría, al jugar así, no puede ganar nunca una Liga. En realidad hizo como el partido, que prometió mucho en sus comienzos, pero sólo mantuvo la emoción hasta el final por el empate que campeaba en el marcador. Precisamente tras el gol se animó, aunque para el Barcelona ya era tarde. El Atlético, pese a la baja temprana de Pereira, lesionado, y a mostrarse más cansado que su rival después de la maratoniana eliminatoria de Copa con el Bilbao el miércoles, sacó fuerzas de flaqueza, superó el mejor orden rival e incluso estrelló un balón en el poste, a saque de falta por Marcial. Este, para suerte de su equipo, brilló por vez primera en el Manzanares, lo que unido al buen partido de Leal -el domingo en el lado derecho- fue clave en la victoria.El partido no pudo empezar mejor. Al minuto, un gran pase de Leivinha permitió el primer tiro peligroso de Aguilar. Sólo treinta segundos después Cruyff hizo una preciosa jugada por la banda derecha y su centro lo echó fuera Zuviría. Un juego de calidad, rápido y al primer toque, permitía albergar esperanzas de ver un gran partido de fútbol. Sin embargo, la lesión de Pereira, precisamente por querer lucirse al igual que lo había hecho unos momentos antes, según su costumbre, pareció cambiarlo todo. Por lo pronto, Benegas, que marcaba a Zuviría, pasó a ocupar el puesto de defensa libre dejado por el brasileño; su sustituto, Julio Alberto, se dedicó a Rexach, al que vigilaba anteriormente Capón, y éste marcó desde entonces a Zuviría. Todos tuvieron ventaja y colaboraron con su pressing a quitarle movilidad al partido. Marcelino, marcador especial de Cruyff, fue el único que pasó apuros, pues el holandés se iba a convertir hasta el descanso en el solitario peligro del Barcelona: en dos ocasiones que se escapó rondó el gol; en la primera, su tiró de volea rozó el poste izquierdo de Reina entre el exceso de vista de éste y los abucheos de los hinchas «antiídolo», molestos, además, tras su acción en la lesión de Pereira; en la segunda, Reina se interpuso muy bien.

De cualquier forma en el Barcelona ya no hubo más frutos y ello fue lógico al perder en la guerra de marcajes y por falta de lucha. Leal pudo con Asensi en la única pareja fija de centrocampistas y tras dos estupendos pases suyos Leivinha estuvo a punto de conseguir gol. En la parcela central se imponía el Atlético porque Marcial fue un verdadero eje esta vez. Sánchez le marcaba en los ataques rojiblancos, pero el ex azulgrana quedaba libre para iniciarlos, pues al presionar el Barcelona el encargado de vigilar a Sánchez no era él sino Ayala. De éste, mientras tanto, se ocupaba Ramos, también sin marcaje en los ataques barcelonistas, pero pieza mucho menos valiosa, según se vio.

Michels, que dedicó inicialmente a Costas para vigilar a Leivinha, lo cambió en el segundo tiempo sobre Marcial, y de esa forma quedó también fija la pareja Ayala-Sánchez. El pressing de ambos equipos era así total y el temor a un contraataque, aún mayor. Pero el Atlético empujó más, y aunque las ocasiones de peligro en jugada siguieron brillando por su ausencia, con su esquema de juego más atacante las tuvo por faltas. Precisamente una a Rubio provocó el gol, pero otra anterior que sacó él mismo rozó el larguero y una más de Marcial dio en el poste izquierdo de Artola, que a su vez tuvo que salvar ante Ayala un pase adelantado tras una cuarta falta.

Resultó curioso que el partido, lento y de contención en casi todo su transcurso, sólo se animara al marcar su gol el Atlético. El Barcelona quisó entonces poner todo el empeño que le había faltado antes y naturalmente, ya era tarde. Incluso Rubén Cano estrelló. un balón en el poste tras un rápido contraataque y Artola aún pasó por otro momento de peligro. Hubiese sido injusto el empate en esta ocasión, porque si el cuadro azulgrana jugó con más clase, sólo con eso no se ganan los partidos. Debió haberse dado cuenta mucho antes de que el Atlético aún no funciona bien y que sólo sacó fuerzas de la moral «made in San Mamés». Bastante mérito tuvo el equio de Luis al sobreponerse a la lesión de un Pereira que hasta hace bien poco era el recurso atacante en los momentos de impotencia. Al superar el trauma de su ausencia, el Atlético demostró tener ya un talante mejor.

El Barcelona, con orden incluso defensivo -Ramos marcó en el segundo tiempo a Rubio, sustituto de Aguilar, y De la Cruz, su vigilante anterior, quedó con Leivinha en lugar de Costas-, pudo haber ganado el partido, pero Cruyff se fue diluyendo ante el eficaz Marcelino, Julio Alberto volvió a cumplir ante Rexach y Fortes debió salir antes por Zuviría. Pese a algunos fallos defensivos rojiblancos en la entrega y a la ausencia de Pereira, los atacantes azulgranas no se mostraron con la rapidez necesaria. El Barcelona jugó en todo momento con demasiado miedo al contragolpe rojiblanco, y aunque Rubén Cano dio algún que otro susto a Migueli, la verdad es que entre él y Olmo dieron aún más tono a ese pressing, que fue nota dominante en ambos equipos. La llave para romperlo sólo la encontró Leal, pero la buscó todo el Atlético, esta vez con más orden y más fe. Al parecer, y aunque con otra baja importante, ya está en buen camino. Mañana, ante Las Palmas, tiene otra ocasión de demostrarlo.

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