Javier Tusell y mister Hyde
Escribo esta carta a propósito del artículo publicado en este periódico el 1 de febrero por Javier Tusell, titulado Carrillo y el doctor Jekyll, sobre el cual quisiera hacer unas cuantas puntualizaciones.Primero, a propósito de los primeros párrafos, me permitirá recordarle al señor Tusell que el PCE ha sido el principal luchador antifascista en este país, cuando otros agachaban la cabeza y no se atrevían a decir esta boca es mía. Y también que el PCE defendió la República democrática pagando con la vida de sus militantes.
Más adelante el señor Tusell dice, más o menos, que al PCE le pasa lo mismo que a los reformistas del franquismo, pero que se diferencian en que estos últimos han dado pruebas de aceptar la democracia y el PCE todavía no. Yo respondería a esto con una pregunta y una afirmación: la pregunta, ¿cuál es la prueba, el que estén metidos casi todos los reformistas del franquismo en UCD? La afirmación, el PCE no sólo acepta la democracia, sino que es democrático, y que en estos momentos se ha convertido en el principal defensor de la consolidación democrática, pidiendo a voz en grito que se cumplan los acuerdos de la Moncloa, ya que se está esfumando el espíritu de estos acuerdos debido precisamente a la actitud de UCD.
También el señor Tusell habla de que el centralismo democrático es un obstáculo para los propósitos democráticos. Y yo le contestaría, que éste es esencial para cumplir estos proyectos, y más aún, diría que todos los partidos españoles son centralistas y sobre todo UCD, pero que la diferencia está en que ese centralismo sea democrático (PCE) o sea burocrático (UCD).
Yo le diría al señor Tusell que antes de hablar poniendo en duda la credibilidad democrática, tendría usted que mirar qué pruebas de democracia está dando UCD, cuando el señor Oreja, ministro del Gobierno de UCD, no se adhiera en la ONU a una resolución condenatoria contra el régimen fascista chileno; cuando ocurren sucesos como los de Málaga y Canarias, que recuerdan los peores años de la dictadura franquista; cuando veta en el Parlamento proposiciones de la Oposición tan humanitarias como la abolición de la pena de muerte o la despenalizacion del adulterio; y cuando hace un proyecto de ley de elecciones municipales en el que, entre otras cosas, se niega el voto a los que no sean mayores de veintiún años, que cada candidato debe pagar 5.000 pesetas, con lo que los partidos obreros que no reciben dinero del exterior verán muy limitada su participación, y cuando pone muchas trabas para la lucha contra los caciques. Después de todo esto me pregunto: ¿UCD es un partido democrático?
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