Nunca al servicio de intereses políticos
del Secretariado Nacional de la CDTToda la gente del trabajo lo sabe de sobra: estas elecciones van a ser injustamente desiguales. Se trata de una lucha entre las centrales sindicales «poderosas», con marcos, dólares y demás divisas fuertes extranjeras, frente a los que somos centrales o sindicatos pobres o modestos por el hecho de no estar bajo la protección de intenacionales ni partidos políticos, sino ser a cuerpo limpio trabajadores independientes.
No se trata de denuncias, que no es nuestro estilo, pero sí de decir las cosas como son y poner a cada una de las entidades que vamos a tomar parte en la contienda sindical en el que es su verdadero puesto.
Si levantamos la bandera del sindicalismo independiente es porque creemos que el movimiento obrero necesita de una real y verdadera autonomía para poder presentar las que son nuestras verdaderas necesidades y aspiraciones y lo que nos debe corresponder en justicia dentro de la empresa como factor básico y decisivo de aquélla.
Es demasiado dura y difícil para la clase trabajadora la situación económica y social presente y la que amenaza como futuro inmediato para que los temas básicos que fundamenta la vida diaria de nosotros, en cuanto trabajadores, así como la de nuestras propias familias, queden la expensas de pactos, negociaciones o cabildeos que hagan entre sí los políticos y en los que de seguro se olvidará lo que es nuestra situación material y concreta para pensar más en el acceso al poder, o en conseguir por lo menos algún Gobierno de «concentración» con la esperanza de que al partido de que se trate le caiga alguna «cartera». Pero para los trabajadores el asunto principal no es el de que los señores políticos consigan su sueño dorado de llegar a ser ministros. Nuestra cuestión se llama seguridad en el puesto de trabajo, salarios que permitan no volver con la cesta vacía de la plaza; que nuestras mujeres e hijos puedan vivir a un nivel digno sin volver a los tiempos infrahumanos, y, por último, que haya la higiene y seguridad mínima y el trato que el trabajador merece durante las horas en que entrega a la empresa su esfuerzo y su trabajo.
Esta problemática, que es la nuestra, y con la que tenemos que lidiar día a día, pide que los trabajadores lo seamos plenamente sin estar condicionados a nadie.
Amarillismo, no; pero tampoco ser los cipayos de esa clase política que quiere auparse, sirviendo nosotros de peldaños para su carrera. No, pues, a cualquier injerencia, ni gubernamental, ni empresarial, ni política. Las elecciones sindicales son un acto que hacen los obreros para que sus compañeros mejores hablen por ellos y les representen. Pedimos, pues, a todos los compañeros del mundo del trabajo que no se dejen manipular por todo el aparato propagandístico que han podido montar a base de dinero no siempre español las centrales que se llaman revolucionarias, pero que de hecho son capitalistas.
Los independientes ofrecemos lo que es fundamental para que los trabajadores no caigan en las trampas que vendrán si la situación económica y social no mejora, la fuerza irresistible que a la larga va a representar el no depender de nadie y el poder ir a la solución de los problemas que nos acucian con toda independencia.
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