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El Rayo derrotó a otro gigante

El Valencia ha visto su nombre sumado a la lista de los «grandes» derrotados en Vallecas. Para ganar, el Rayo necesitó, esta vez, de mucha suerte en el primer tiem po, en el que los valencianos bor daron un magnífico fútbol. En la segunda mitad, la desmoralización y la fatiga hicieron presa del Valencia y el Rayo redondeó el resultado. Sorprendió el Valencia, en Vallecas, con un soberbio primer tiempo, en el que atacó de salida con tres jugadores en punta -Eloy, Diarte y Kempes- y jugó con vigor y dureza -hasta el límite permisible- en la línea media, con lo que el Rayo, sorprendido por ese planteamiento y esas aspiraciones tan poco frecuentes en el equipo que juega fuera de casa, se veía dominado, aturdido e incapaz de ligar su juego habitual. Atrás el equipo de casa se mantuvo bien, con marcajes directos Anero-Eloy, Tanco-Diarte y, Nieto-Kempes, pero en la media Rial y Landáburu daban un tono muy bajo, y como Felines y Fermín se limitaban a cumplir, el Valencia mandaba en esa zona, con Cabral, Castellanos y Juan Carlos activos y acertados; el apoyo ocasional de Carrete prestaba una mayor chispa a las acciones de construcción del cuadro de Marcel Domingo, y entreunas cosas y otras, todo el primer tiempo sejugó muy cerca del área de Alcázar. Hubo ocasiones de gol con relativa frecuencia, y la suerte favoreció a Alcázar en varios momentos. Si el buen y continuo juego de ataque del Valencia en esta primera parte no tuvo premio, sí lo tuvo,sin embargo, uno de los escasísimos contraataques del Rayo -generalmente desbarata dos sin problemas por la defensa valencianista, que marcaba por zonas y con desahogo-, una mala cesión de Cerveró se convirtió en un pase de gol a Alvarito, y se llegó al descanso con un marcador a todas luces injusto, en el que la suerte había tenido bastante que ver.

La segunda mitad ya fue otra cosa. El Valencia dejó en la caseta sus mejores ánimos, y acusó, además, el derroche físico de la primera mitad. A los diez minutos, Marcel Domingo ordenaba el cambio de Castellanos -que se retiró enfadado- por Valdez, otrora hombre fijo de Kubala. Antes, en el descanso, había sustituido a Cervero -¿castigado por la mala cesión?- por Palmer. Con los cambios agotados, sin muchas reservas físicas y con la fe en el triunfo perdida por la inutilidad de su buen juego en la primera parte, el Valencia se hundió poco a poco. Kempes pasó a la media, mientras Héctor Núñez sustituía a Felines, algo cansado, por Guzmán, que se colocó como marcador de Valdez. Poco a poco, el mayor poder físico del Rayo se fue imponiendo, y a no ser porque Rial y Landáburu siguieron sin acertar, el once de Vallecas, hubiera bordado un juego de exhibición. Fermín adelantó algo su posición y fue el motor de las jugadas de ataque. Manzanedo comenzó a verse sometido a prueba y respondió bien en todas las ocasiones, a salvo del córner directo que le coló Landáburu, posiblemente sin querer. Resuelto ya el encuentro definitívamente con ese segundo gol, e incapaz el Rayo de lucirse por esa comentada falta de acierto en algunos de sus hombres, el partido quedó sin alicientes. Héctor Núñez hizo comparecer al final a Astegiano, «el Esperado», pero apenas hubo oportunidad para juzgarle, pese al afán que puso. Al final, en pleno desmorona miento valencíanista, tercer gol del Rayo, que conseguía así un marcador más lucido y reforzaba aún más su imagen de «matagigantes».

Nuevo escándalo

El Valencia, por lo que se ve, está empeñado en dar un escándalo cada vez que viene a Madrid. Marcel Domingo, que organizó uno respetable tras la derrota ante el Real Madrid, se negó el domingo por la mañana a hablar para los informadores madrileños, aunque sí lo hizo para los de Valencia. Carrete, que perdió los nervios por insultos de varios espectadores, los insultó a su vez y también al delegado gubernativo, que se lo recriminó de buenas maneras. Puede suponerle una multa.

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