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Entrevista:

Carrillo: "La ofensiva contra el «pacto de la Moncloa» proviene del «bunker» económico"

EL PAIS. Algunos sectores asocian el anunciado reajuste ministerial con la entrevista que usted ha mantenido recientemente con el Rey y el martes con Felipe González. ¿Qué relación hay entre estos tres hechos?Santiago Carrillo. Me sorprende mucho que haya gente que asocia estas entrevistas con el reajuste ministerial, ya que en realidad no tienen nada que ver. Estas entrevistas son normales en nuestra actividad.

EL PAIS. A partir de ahora, ¿resulta pensable la presencia de un comunista en el Gobierno?

S. C. Yo creo que la presencia de comunistas en el Gobierno es pensable siempre, desde el día siguiente al 15 de junio, lo cual no quiere decir que esta presencia se vaya a producir ahora. Me parece que se ha desatado un poco la imaginación pretendiendo que estas entrevistas puedan tener relación con cambios gubernamentales. Unicamente cabe decir que se insertan en el marco de contactos relacionados con el Pacto de la Moncloa.

EL PAIS. ¿Cómo interpreta usted los sucesos de Málaga? ¿Qué cree usted que ha desbordado los acontecimientos?

S. C. Yo creo que la responsabilidad de los sucesos de Málaga compete al presidente de la Diputación. Lo único que en un principio pretendían los manifestantes era colocar la bandera andaluza junto a la bandera nacional. No hubo ninguna ofensa a la bandera nacional. Además de la responsabilidad del presidente de la Diputación está implicada también la del gobernador civil que, sin duda, no dio órdenes adecuadas, cuando un hecho tan sin importancia provocó un desenlace como el que sobrevino.

Sin que lo sucedido pueda conducir a nadie a posiciones de histeria política, lo que parece evidente es que la política de orden público esté todavía lastrada por residuos del sistema anterior. En Málaga, las cosas debieran de haber transcurrido como en Sevilla y otras ciudades, esto es, de la manera más pacífica. Los sucesos de Málaga muestran la necesidad de que las» funciones de gobierno, a nivel provincial y local, se democraticen de una vez, y para ello es indispensable la celebración de las elecciones municipales y provinciales.

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EL PAIS. ¿A qué cree que se debe la actual ofensiva contra el pacto de la Moncloa?

S. C. La ofensiva contra el pacto de la Moncloa está desatada por el búnker económico, que considera este pacto demasiado progresista, simplemente porque se trata de un acuerdo entre las fuerzas parlamentarias y porque en él no se descarga el peso de la crisis sobre los hombros de los trabajadores, exclusivamente. Creo que, además, ese búnker económico utiliza situaciones de disgusto que pueden estar justificadas de masa de pequeños y medianos empresarios, que sufren la crisis y quizá utiliza también las apetencias personales de algunos políticos que no tienen suficientemente en cuenta los intereses del país. En respuesta' a esto, creo que las conversaciones que hemos mantenido con Felipe González, Enrique Múgica y Javier Solana, del PSOE, son un paso importante de las fuerzas de izquierda para contribuir a la aplicación global de los acuerdos de la Moncloa, en interés de todo el país.

EL PAIS. ¿Cree usted que el pacto saldrá adelante?

S. C. Yo creo que tiene que salir adelante si queremos que el país salga adelante. Como todo pacto elaborado para un período amplio de tiempo, los acuerdos de la Moncloa pueden precisar de ciertas correcciones y adaptaciones, teniendo en cuenta el criterio de la práctica y siempre que éstas no supongan una desviación del contenido esencial de lo pactado. Por ello, nosotros hemos propuesto una cierta institucionalización de los órganos creados para el pacto, es decir, una especie de instrumentos consultivos que tanto a nivel político como a nivel social y técnico sigan la aplicación de los acuerdos.

Yo creo que en la actualidad estamos pagando las consecuencias de que el período de transición que vivimos no esté regido por un Gobierno provisional con amplios poderes para resolver una serie de problemas que el cambio plantea y hay que buscar sustitutivos a la ausencia de ese Gobierno provisional.

En otro caso pueden crearse situaciones de cierto vacío político que pueden ser perjudiciales.

EL PAIS. ¿Cree usted que el pacto de la Moncloa resulta lesivo para los intereses de los empresarios?

S. C. No creo que el pacto sea lesivo para el empresariado. Es cierto que en este país hay algunos empresarios acostumbrados al período anterior en el que, durante años, los conflictos laborales se resolvieron de un modo autoritario, sin negociación, aunque más tarde, el Régimen anterior trató de superar las dificultades políticas haciendo concesiones en el terreno social. Lo cierto ahora es que lo que perjudica a empresarios y trabajadores es la crisis y no el pacto de la Moncloa, y la crisis se resolverá con el esfuerzo de todos y de este esfuerzo una parte corresponde al empresariado.

Naturalmente existen ciertas categorías de la pequeña y mediana empresa que requieren una atención especial y una ayuda mayor; yo diría además que hay determinadas grandes empresas que se encuentran en una situación económica difícil que deben ser atendidas para que no se produzcan quebrantos económicos graves al país. Por ello, es muy importante la flexibilización de los créditos en el período inmediato, con el fin de que estas empresas no encuentren dificultades insuperables de tesorería en este fin de año y comienzo de 1978.

EL PAIS. Respecto a la actual crisis de la UCD, ¿confía usted que se resuelva de un modo positivo para la consolidación de la democracia en nuestro país?

S. C. En este momento creo que a ningún auténtico demócrata le interesa que la crisis de UCD no se resuelva. La Unión de Centro Democrático se enmarca en un equilibrio político surgido de las urnas el 15 de junio y sería grave que este equilibrio quedara roto por la descomposición interna en uno u otro grupo de los que la componen. Otra cosa sería que mañana los electores con sus votos puedan introducir modificaciones en este equilibrio.

EL PAIS. ¿Qué alternativa ve usted al actual Gobierno de la UCD?

S. C. La alternativa más lógica sería la de un Gobierno de concentración democrática. Ello no significa que no existan otras alternativas - que puede haberlas -, pero éstas sustancialmente no cambiarían nada la situación actual..

EL PAIS. ¿Cuál cree usted que es el mejor paliativo para esta situación de inquietud y de violencia que el país experimenta?

S. C. El mejor paliativo consiste en que todos seamos conscientes de que estamos en un período de transición donde todos tenemos que arrimar el hombro y hacer sacrificios y que el paso de una dictadura a la democracia tiene costos inevitables que hay que afrontar; y si esta toma de conciencia fuera ayudada por la presencia en el Gobierno de representantes de las más amplias fuerzas políticas, quizá se produjera más rápidamente. En todo caso, la solución a la inquietud presente no está ni en el retorno al pasado ni en una carrera desenfrenada, hacia adelante, que agravaría todavía más la situación.

EL PAIS. ¿Cómo ve usted la solución de los problemas planteados en el País Vasco?

S. C. En definitiva, el problema vasco tienen que resolverlo preferencialmente los mismos vascos, con un régimen de autonomía, y quiero añadir que la autonomía no significa la rotura de la unidad de España, sino, por el contrario, su afianzamiento.

EL PAIS. ¿Cuál es su opinión sobre la presencia de dos comunistas en el Gobierno de la Generalitat?

S. C. Me parece totalmente normal esta presencia. Si no fuera por el carácter excepcional de este período. También por el hecho de la representación electoral obtenida por los comunistas en las elecciones del 15 de junio.

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