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Nuevas fórmulas para la temporada 1978

Para una temporada de transición como se supone va a ser la de 1978, diversos empresarios buscan nuevas fórmulas que atraigan al público. Naturalmente, quisieran que fuese la calidad, eso bastaría, pero como escasea, buscan soluciones por otro lado.Para la plaza de Carabanchel tiene Eduardo Lozano buenas ideas, que aún no puede decirse vaya a llevar a la práctica, pues están en estudio. En principio, plantearía la temporada sin competencia de ningún tipo con Las Ventas, consciente de que este coso es el primero del mundo. Pero con una programación complementaría, muy interesante para el aficíonado y para los propios profesionales del toreo.

Si la autoridad gubernativa aprueba que puedan soltarse vaquillas al terminar los festejos serios, para diversión del público, ésta será una baza importante para hacer taquilla y de paso también afición. La, novedad sería empleada en Carabanchel para los festejos de los domingos, que constarían de la lidia de cuatro novillos, con picadores, por dos espadas mano a mano, y las vaquillas después.

Como fuera de los días festivos Las Ventas no abre sus puertas, los jueves (o acaso los viernes, por tratarse del verdadero fin de semana), se dedicarían a corridas de toros, con figuras, ganado de trapío (cuando no hubiera figuras, suponemos) o novilleros de cartel. En tal caso, en el transcurso de la novillada del domingo se efectuaría el desencajonamiento de los toros anunciados para el jueves o viernes siguientes, lo que añadiría un tercero y sustancioso atractivo a aquellos festejos.

Hablábamos con Lozano de la conveniencia de que, si Carabanchel inaugura la temporada en enero, como ya anunció a EL PAIS el gerente de la plaza, Manolo Cano, estos festejos invernales se celebren los domingos a las doce, y esta fórmula la estudiarían también, porque la empresa de la que fue popular Chala está convencida de que con una gestión adecuada la plaza recuperará el prestigio y la popularidad que tuvo en tiempos. Este cambio de horario a las doce, además de que solventa el problema de que, forzosamente, en los primeros meses del año, las corridas han de empezar a muy primera hora de la tarde -para que no se eche la noche encima-, puede ser una promoción inmediata del espectáculo, pues haría más factible que los niños acudan acompañando a sus padres.

Mientras tanto, de Las Ventas no tenemos ninguna noticia respecto a innovaciones o programación de la temporada con aumento de festejos, como piden afición y toreros. Todo parece indicar, más bien, que la empresa de este coso, en su último año de arrendataria del mismo, seguirá con la vieja fórmula del largo seria¡ en San Isidro, modestos con torazos, en verano, novilleros tutelados por los empleados de la empresa o sus allegados, y demás costumbres más que conocidas. Y, por otra parte ' que aumentará y reforzará las exclusivas de los toreros, con amplia intervención en los tejemanejes de los carteles en la línea habitual de los monopolios taurinos, que si discutidos, son noitablemente sustanciosos. Será una: lástima que la empresa de Las Ventas no adopte también una línea innovadora y de mayor imaginación en sus programaciones, pues no cabe duda de que en esta plaza, que pese a todo sigue siendo la primera del mundo, se echan muchas cosas en falta. Pero habrá que seguir esperando.

La masa de la torería, a todo esto -cientos de novilleros y matadores de toros, la inmensa mayoría con un futuro nada claro y un presente sin apenas compensaciones- permanece a la expectativa, a ver qué pasa con los nuevos supuestos democráticos y confiada en que alguien le sacará las castañas del fuego. Y van arreglados, por supuesto.

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