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El Atlético pasó apuros cuando iba ganando por 3-0

El Atlético de Madrid sigue firme en su empeño de hacer sufrir a la parroquia. El domingo, ante unos aficionados que si no le animaron al menos, tampoco le censuraron su mal primer tiempo, ni le recordaron la fuerte derrota de Las Palmas, pasó también apuros en el segundo, luego de llevar un 3-0 favorable. Sólo gracias a su buena forma física, que compensa en muchos momentos la debilidades tácticas, pudo sacar frutos. El Salamanca acusó en exceso la baja por lesión de Albaladejo, poco después de la primera media hora de juego.Ello trastocó sus planes y en la segunda parte, aunque reaccionó y se aprovechó de los despistes defensivos rojiblancos, fue incapaz de sostener la presión a que fue sometido.

El Salamanca inició magníficamente el partido. Un pase precioso de Alves, el portugués de los guantes negros, que da una lección de fútbol con clase en Cada ocasión, dio la oportunidad a los tres minutos de que escapara Juanito y cruzara en exceso un balón de gol. A continuación ya no tuvo más ocasiones, pero es que se dedicó con acierto a romper la capacidad de movimientos rojiblanca -sólo Leal y Rubio, a saque de falta, tuvieron ocasiones de gol- y siempre con rapidez. En el centro del campo, Tomé marcaba a Leal, Albaladejo a Marcial y Angel a Robi. Alves, por su parte, como pivote por libre era vigilado especialmente por Marcelino. Delante Juanito entablaba una dura lucha por la derecha con Capón, al que incordiaba con su velocidad no dejándole subir por ello al ataque, y Báez era el más controlado en la izquierda por Eusebio.El juego era claro de parejas y aunque sea difícil predecirlo, al Atlético le hubiese costado mucho más abrir el marcador de no mediar la lesión a Albaladejo. El ex barcelonista hubo de dejar el campo y su sustituto, Iglesias, pasó a defensa derecho, sobre Rubio, subiendo Enrique, más acostumbrado al centrocampismo, a emparejarse con Marcial. Hasta el final de la primera parte, el Salamanca se sostuvo bien, pero la incógnita estaba en si resistiría el embate atlético de la continuación.Y, evidentemente, no lo resistió. De dar la sensación de equipo armado y con moral, pasó a ser casi un muñeco a merced del rival. A los tres minutos de la segunda parte un remate de cabeza de Cano, a saque de falta, provocó los primeros gritos de ánimo. El Atlético los necesitaba como el día del Nantes y los socios esperaban una reacción parecida. El primer gol no se hizo esperar y a partir de ahí, todo fue fácil. El Salamanca descuidó, además, los marcajes -Tomé se olvidó de Leal en el primer gol, por ejemplo- y en menos de veinte minutos más, el partido parecía sentenciado. Incluso antes del 3-0 un empalme fortísimo de Capón, que literalmente rebotó en D'Alessandro, lo elevó demasiado Marcelino a continuación y dio en el larguero.

El Salamanca era otro y hasta Alves daba síntomas de cansancio. Marcelino pasó a su puesto de lateral sobre Báez y Eusebio se emparejó con Amiano, último recurso de García Traid. Robi era ahora el guardián de Alves y Alberto, entrado por el desdibujado y «tardón» Marcial, que no acaba de cuajar, el de Angel. Hasta en el minuto 75 Aguilar perdió una gran ocasión a pase de Eusebio, pero su remate, sólo, fue flojo y cruzado.

Lo que no pudo faltar, aunque esta vez como estrambote, fue el show final de despistes rojiblancos. En dos minutos, y con un tirazo de Alberto en medio, que detuvo D'Alessandro con apuros, el Salamanca marcó sus dos goles. Faltaban aún nueve minutos y vino la angustia. Juanito estuvo a punto de empatar en otro contraataque, pero fue providencial el cuarto gol a saque de falta. Esta la había forzado Rubio, el joven extremeño izquierdo, que no sólo promete cosas, sino que ya las hace. Siempre alegra que de una vez den frutos las canteras de los equipos. Luego ya no importó -quizá porque no fueron goles- que Juanito, Amiano y Báez estuvieran a punto de marcar. Ya no había tiempo. El Atlético ganaba y sigue en vías de recuperación, aunque de medios tiempos en medios tiempos. Al menos, esta semana se hablará de Rubio, no de la dimisión de Luis.

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