El ciudadano debe recuperar el control del medio en que vive
El Día Mundial del Urbanismo sólo sirve para recordar lo que el arquitecto Miguel Fisac dijo, con este motivo, en televisión: «Las ciudades están enfermas, y cuanto más grave es la enfermedad, más drásticos y más dolorosos son lo remedios.» España es un caso par ticularmente caótico de conjuntos urbanos. La posibilidad que hay de arreglar el panorama es muy es casa. Como ha dicho el ingeniero José Antonio Fernández Ordóñez lo que ha quedado «atado y bien atado» de estos últimos cuarenta años ha sido el urbanismo mal hecho, porque los bloques de hormigón están ahí y ya no hay manera de moverlos.En Madrid, la enfermedad de la que ha hablado Miguel Fisac requiere «una operación a vida o muerte». En otras ciudades también. Han perdido su función primordial, que era la de poner en contacto a las personas y facilitar su comercio. «Han pasado a ser -como nos ha comentado el urbanista José Angel Domínguez Anadón- un objeto de mercado en sí mismas. El suelo es en ese contexto la mercancía mejor cotizada.»
La oferta y la demanda de suelo no sólo ha creado conjuntos monstruosos, sino una carestía que expulsa de los centros donde se halla el trabajo a la mano de obra, que no puede soportar los precios de las viviendas actuales.
La operación de la que hablaba Fisac es muy difícil si no se cambian las normativas legales que siguen vigentes en este país. Rafael Sánchez Gómez, ingeniero de Caminos y presidente de la Comisión de Urbanismo de su colegio, cree, a título personal, que «hay que cambiar el sistema de propiedad del suelo y de producción. De lo contrario, cualquier planificación correctora de lo que se ha hecho hasta ahora resultaría ineficaz».
Una solución intermedia
Mientras no se logra la colectivización de la que habla Rafael Sánchez podría haber lo que él llama «una solución intermedia». Se trataría de poner en práctica un programa de descentralización urbanística que dé entrada a organizaciones que hasta ahora no participan en el planeamiento. Sería preciso impedir, dice el señor Sánchez Gómez, que ocurriera con los planes de desarrollo urbano lo que ha pasado hasta ahora, «que se han hecho y luego se han sometido a una información, pública que llega a pocos y que en realidad no puede cambiar lo que se ofrece». .Miguel Fisac resumió ayer la situación del urbanismo en nuestro país. A pesar de que hay escuelas, se publican libros y se dan conferencias sobre el tema, lo que se ha hecho en realidad es pretender que se realiza urbanismo. Los resultados han sido catastróficos. «La realidad -señala el señor Fisac- ha distado mucho de los proyectos que se habían hecho y que a mi manera de ver eran bastante niediocres.»
Urbanismo catastrófico
La rémora de estos años de urbanismo catastrófico no es reversible. «Se ha planificado por trozos, se ha parcheado», dice el señor Sánchez Gómez. «Desde el punto de vista social, se'ha predeterminado lo que iba a hacerse, a costa de lo que fuera, sin tener en cuenta el entorno o las necesidades reales de los que iban a ocupar *las viviendas planificadas.»«Al haberse urbanizado bruscamente en España en los últimos tiempos. -dice el señor Domínguez Anadón- sólo sectores minoritarios de la sociedad han tomado conciencia de lo que el proceso de concentración de las ciudades traía consigo. Fueron los intereses inmobiliarios los que se aprovecharon de la especulación y consideraron normales hechos que no lo son, como la congestión en el centro de las ciudades. La ciudad se ha convertido en una respuesta al mercado del suelo y no a los intereses de la vida humana.»Las asociaciones de vecinos han puesto, entre otras cuestiones, la normalidad de los suburbios, que nacieron «como consecuencia -señala José Angel Domínguezde aquella concentración y obedece a su vez a la lógica del mercado del trabajo».
El papel de las asociaciones de vecinos es esencial en la reforma urbanística. « Deben estar asistidas por técnicos», dice Rafael Sánchez. «A través de ellos se puede conseguir un planeamiento urbano democrático. Los organismos centrales serían los encargados de coordinar los planes de cada uno de los grupos, pero la descentralización tendría que ser real. Ya no se puede planificar por decreto.»
El Ministerio creado para ocuparse de las Obras Públicas y del krbanismo « puede contemplar no sólo los problemas del planeamiento -dice el ingeniero señor Fernández Casado, académico de Bellas Artes-, sino los que tengan que ver con la conservación de lo que hay y no ha sido víctima de lo disparates. También debía ocuparse de asegurar que las informaciones publicadas de nuevos planes sea completa y abierta, para que no pase inadvertida. La regla esque se tiren monumentos sin que haya, una autoridad que lo impida».
Hasta ahora, los colegios profesionales implicados en el urbanismo han intentado presionar para que el entorno mejore, «pero su actitud ha sido paternalista», dice el arquitecto Domínguez Anadón, que ha sido presidente de un colegio. «Ahora existe la oportunidad de que los partidos políticos, a través de las asociaciones vecinales, apoyen esa gestión, pero lamentablemente, los partidos muestran gran desconocimiento e ineficacia con respecto a temas urbanos. Todavía no han asumido que tienen que defender los derechos urbanos de la misma forma que los derechos humanos. Si ellos no aceptan ese reto, en la cuestión urbanística mantendríamos también el continuismo de la democracia orgánica, con las entidades profesionales ocupadas de lo que debe ser una reivindicación de todos los ciudadanos.»
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