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La nueva terminal internacional de Barajas tiene veinte años de vida por delante

Ayer entraron en servicio las nuevas instalaciones de la terminal internacional del aeropuerto de Barajas. Según opinión de los expertos, el conjunto puede cubrir holgadamente las necesidades de transporte aéreo que Barajas haya de soportar en los próximos veinte años.

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Cada aparato de control de pasajeros cuesta 5,5 millones de pesetas

El canon aplicado al diseño de la nueva terminal de Barajas ha sido la simplicidad. El grupo de expertos que se encargó de proyectarla hizo un estudio previo de los aeropuertos mejor dotados del mundo, entre ellos Francfort y Hannover, en busca de un esquema de servicios dotado para ofrecer soluciones inmediatas a clientes que, en vez de tener siempre razón, siempre tienen prisa.El edificio tiene una planta que recuerda a una porción de corona circular dentada, con los dientes orientados hacia las pistas. Llegar hasta uno de éstos desde el estacionamiento de coches, desde el taxi o desde el autobús exige un desplazamiento de unos 150 metros, en el que se incluyen todos los trámites posibles.

Circular por el interior de las instalaciones es una tarea rudimentaria y, en condiciones normales, breve. A fin de que el pasajero sepa exactamente por dónde debe ir con un solo vistazo, los proyectistas han elegido como indicadores los pictogramas o carteles en los que la imagen sustituye a la palabra, hasta completar un código que cumple dos condiciones: la de ser universal y la de admitir una interpretación rápida. (Esto implica, por ejemplo, que las instalaciones telefónicas estén señalizadas con un dibujo de un teléfono.) Los colores de fondo de los carteles han sido seleccionados cuidadosamente: color amarillo brillante significa servicio de gran importancia; color verde, servicio accesorio. Asimismo, el control aduanero, que se efectúa por métodos convencionales, está dotado de un doble circuito, señalizado en rojo y en verde, según que hayan de utilizarlo quienes tienen algo o nada que declarar La Aduana se reserva el derecho de controlar por muestreo el equipaje de los pasajeros que eligen el circuito marcado en verde.

El margen de indicaciones que no cubren los pictogramas está encimentado a las computadoras. Toda pregunta que no pueda responderse desde circuitos de carteles está a cargo de los circuitos electrónicos. Si alguien que llega tarde quiere saber si aún queda un ,billete o si su hijo pequeño tiene que pagar plaza, un operador oprime un botón y la respuesta aparece en la pantalla. «Hemos dejado de depender de aquellos señores tan listos que solían responder a cuestiones parecidas», comentaba uno de los componentes del equipo de diseñadores. En la memoria electrónica de las computadoras está grabada, naturalmente, una serie completa de respuestas posibles.

Las dos necesidades habituales, sacar billete y pasar por facturación, están resueltas con una larga batería de puestos, asistida por cintas de hipódromo para el traslado de bultos. El control de seguridad se desarrolla mediante un sistema magnético cuando se trata de hacer una exploración a un pasajero, o con un equipo de rayos X si se trata de su equipaje. Una vez controlados, los usuarios pasan a uno de los dientes del edificio, el que corresponda al estacionamiento de su avión, hasta el instante del embarque. En este compartimento el viajero sólo puede comunicarse con quienes ya han sufrido los controles; los dientes son, por tanto, lo que los técnicos llaman salas estériles.

Un conjunto de servicios, en el, que incluye guardería infantil y un circuito de rampas y ascensores a utilizar por minusválidos, y el mobiliario funcional que siempre, se destina a quienes llegan ahora y se van dentro de un momento, completan el esquema de las instalaciones inauguradas ayer.

La nueva terminal de Barajas, para vuelos internacionales, tiene una capacidad anual de quince millones de pasajeros dispuestos a ir demasiado lejos.

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