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La mayoría de los clubs, con problemas y sin ayudas

El baloncesto español está atravesando momentos difíciles a nivel de clubs. No es nueva esta aseveración pero tampoco se le da la importancia que en realidad tiene. El que se vea sonreír a jugadores y directivos de los equipos más conocidos y, en consecuencia los más potentes, no quiere decir, ni mucho menos, que los otros, los del montón, la gran mayoría, estén boyantes de economía, o sobrados de jugadores.

La retirada de la subvención de las casas comerciales ha originado un conflicto del que muy pocos han encontrado la fórmula para salir. La única forma posible es vender a sus figuras a compradores que son siempre los mismos. En el caso de negativa a la venta, los jugadores no se sienten a gusto y las casi rebeldías están a la orden del día. Los beneficiados siempre son los tres grandes, a los que no afecta ningún contratiempo y ni siquiera el nuevo sistema de retención les hace mella, ya que al mismo han respondido con descaro y ambición.Mientras muchos equipos empezaron el rodaje de cara a la próxima temporada con sólo cinco o seis jugadores en sus filas, otros se permiten el lujo de tener un primer equipo repleto y seleccionado; otro «filial» que milita en la alta competición, amén de un número incontable de jugadores que ellos manejan aunque figuren en otros equipos. Lamentablemente, los filiales y las cesiones son tan ciertas como la prohibición que hay de que esto exista.

El curioso problema del Helios

Lo más grave de este caso es que los modestos ven mermada su moral, impotentes para seguir en competición a un nivel digno y tienen que buscar soluciones donde las haya, con la particularidad de que los refuerzos para ellos son caros y escasos, mientras que los grandes lo tienen fácil y cuentan hasta con posibilidades para elegir.

Uno de los casos más flagrantes y no será, quiza, el más significativo, es el del Helios, de Zaragoza, club que milita en Segunda División y que ha sido el que ha mantenido en auge el baloncesto en la ciudad mañica. Por una serie de circunstancias, que no vienen al caso, este equipo pasó una larga época apartado, o en trance de ello, del deporte de la canasta. Ahora se trata de resucitar la afición por este deporte y se consigue una plantilla fuerte con un americano, Webb Williams, al que es un espectáculo ver jugar y que sólo su concurso ha llenado en más de una ocasión el pabellón donde el equipo zaragozano celebra sus partidos.

En esta temporada la directiva, encabezada por José Luis Rubio, intentaba el salto definitivo a la División de los grandes, pero en la asamblea se sometió a votación el sí a los americanos en Segunda y la concurrencia optó por el no, con decisiones tan absurdas como la del Basket Badalona que utilizó un americano para ascender a Segunda y en la asamblea se inclinó por el no, al saberse protegido por uno de los grandes: el Juventud de Badalona, aunque luego le hayan fallado los cálculos al nuevo segunda divisionario.

El Helios se lamentaba en la asamblea de que no se le dejara contar con Webb Williams en el campeonato liguero, máxime pensando en que esta decisión puede cambiar al final de temporada.

Las promesas de Saporta

El vicepresidente de la Española, Raimundo Saporta, intentó «ayudarle» y le propuso a Rubio, la participación en Copa Korac, solución que ni el más optimista había pensado en realizar. José Luis Rubio, sabedor de que el sorteo europeo es «dirigido», quiso garantizarse de pasar la primera eliminatoria para entrar en la liguilla posterior. Se le pidió una lista de preferencias que venía encabezada por un representante portugués para el primer partido y terminada por cualquiera de los equipos italianos con no menos de diez equipos europeos en medio. Igual se hizo con los demás participantes españoles. Todos se vieron complacidos, pero la sorpresa ha surgido cuando al Helios en el «sorteo puro» le ha correspondido eliminarse nada menos que con el Cinzano italiano, ante el que las posibilidades de victoria son prácticamente nulas.

Cuando esto ha sucedido, José Luis Rubio ya había hablado con su americano Williams -al que no faltan ofertas- y le dio libertad de acción para que decidiera. Lo único que podía ofrecerle es lo que antes le habían prometido a él: diez partidos en el torneo europeo. El bueno de Williams se había ilusionado con esta aventura y optó por quedarse en Zaragoza de forma incondicional. El es un ídolo en esa ciudad que se le ha entregado en los dos años que ha estado y era una forma de pagar el calor que le han dispensado. Ahora. José Luis Rubio, Williams, Helios, la afición de Zaragoza y todos se sienten engañados. Se han buscado soluciones por un equipo de hombres zaragozanos que sienten el baloncesto muy dentro y se han pedido refuerzos a los grandes; la respuesta no ha podido ser más avarienta: «Nos dais a Arcega y ya veremos lo que os mandamos». Arcega es un joven valor con dieciséis años y 2,04 metros de altura. El monopolio de los Madrid, Barcelona y Juventud cada vez es más evidente. Ahora, en Zaragoza, piensan en encontrar un americano residente en España que ayude a Williams y los demás a eliminar al Cinzano milanés. Los zaragozanos no se arredran ante las bofetadas que reciben, pero mucho nos tememos que las zancadillas puedan más que toda la buena voluntad que ellos ponen por salir adelante.

No es extraño oír decir en la ciudad del Pilar que no quieren ni oír el nombre de Saporta. La afición está quemada, con razón, pero les queda el recurso de pensar que eso de «mal de muchos consuelo... de todos». Aunque no es justificación válida, se está convirtiendo en un axioma que poco a poco va matando el baloncesto de competición.

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