A favor de las huelgas
En EL PAIS del domingo, día 25 del corriente mes de septiembre, he leído la carta de doña Emilia de la Torre «Contra las huelgas».No me sorprende su postura. Es una postura demasiado utilizada para no ser ya sobradamente conocida.
La idea que comparto plenamente es que «no le extraña nada que la gente se acuerde de Franco». Créame, somos muchos los que nos acordamos de Franco, cuando presenciamos el espectáculo de las circunstancias que provocan tantas huelgas. La dramática situación económica en la que estarnos inmersos y la trágica corrupción a la que no se ve fácil salida con la tímida y poco definida política actual.
Claro que su añoranza de Franco, es por motivos muy personales. Unos obreros en huelga han interrumpido, o por lo menos incomodado su viaje de placer a Salou. ¡¡A quién se le ocurre!! Un gremio laboral tiene la desafortunada ocurrencia de ponerse en huelga cuando estaba disfrutando un viaje de placer. Hace falta ser desconsiderados... Con Franco no pasaba eso.
Tiene razón cuando dice que en España hay «muchos mangantes». Aquel día 25 de agosto había en Salou «mangantes», pero no eran precisamente éstos unos obreros que estaban presionando a sus patronos para tratar de defender algún derecho, haciendo uso de su única arma, aceptada en todos los países libres: la huelga.
Me permito aconsejarle que no se le vaya a ocurrir ir a pasar sus vacaciones a Francia, Holanda, Bélgica, Suiza,Suecia, Inglaterra, o a cualquier otro de esos países europeos que son un modelo de organización social, pues se podría encontrar, usted, con unos obreros en huelga que harían incórnoda su estancia. Claro está, que allí a nadie se le ocurriría calificarlos de «mangantes», sino que, por lo contrario, aceptarían con mucha comprensión las molestías que esa huelga pudiese ocasionarle.
Siga mi consejo y vaya de veraneo a Rusia, Chile, Argentina., Paraguay, Brasil..., o cualquier otro país oprimido por una dictadura. Allí tiene usted la seguridad de que una huelga no va a interrumpir su descanso, que hasta puede ser bien merecido.
