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Las Naciones Unidas estudian el reconocimiento jurídico del respeto a las minorías

Hoy, en la mayoría de los Estados, la violación sistemática de los derechos humanos, especialmente de las minorías, es un hecho incontestable. Muchos grupos étnicos, raciales, religiosos o lingüísticos son francamente las víctimas no sólo de prácticas discriminatorias, sino de una represión generalizada y hasta de genocidio. Baste concitar aquí a los indios en el Brasil, los saharauis en el territorio ocupado del Sahara occidental y los disidentes en la Unión Soviética.Pero ¿qué es una minoría? La respuesta no es nada fácil. Tal vez convendría empezar con lo que no es. En 1950 el secretario general de las Naciones Unidas argumentó qué la palabra no podía ser interpretada literalmente por motivos prácticos, porque si no «casi todas las comunidades que existen dentro de un Estado podrían ser definidas como minorías: incluso familias, clases sociales, grupos culturales, etcétera. Tal definición sería inútil». En otras palabras, el factor numérico no es esencial a una definición válida.

Ben Whitaker, director del Minority Rights Group (única organización mundial dedicada a los problemas de las minorías) y delegado del Reino Unido ante las Naciones Unidas, ha sugerido otra definición: «Un grupo minoritario es cualquier grupo que, bien por sus características físicas o raciales, o bien por sus características culturales, es objeto, por parte de la sociedad en que vive, de trato diferencial o desigual.»

Según la subcomisión contra la discriminación y la protección de las minorías de la ONU, constituyen una minoría «sólo aquellos grupos no dominantes que poseen y desean conservar tradiciones o características estables étnicas, religiosas o lingüísticas marcadamente diferentes a aquellas otras que poseen el resto de la población». En ninguna de estas definiciones se habla de grupos reducidos o numéricamente inferiores al resto de la sociedad en que viven.

Por tanto, no podemos excluir de nuestra definición mayorías numéricas como pueden ser los negros en Africa del Sur, quienes son objeto de discriminación y persecución.

Ghandi dijo que una sociedad debería ser juzgada por su tratamiento de las minorías. Es preciso, desde esta perspectiva, señalar que tanto en los países de¡ llamado Tercer Mundo como en las naciones altamente industrializadas se infringen a diario los derechos fundamentales de sus minorías. Claro que con una diferencia cualitativa. Mientras que en los países del Tercer Mundo son frecuentes las violaciones de los derechos individuales básicos de la persona humana, como el derecho a la vida o a no estar sometido a la esclavitud, en los países industrializados son más frecuentes las violaciones de índole económica y social, como el derecho a la huelga o a la igualdad de oportunidades en el trabajo.

Nacionalismo

Sin ir más lejos, Europa occidental, en los últimos años, ha visto el resurgimiento de movimientos o grupos minoritarios, en su mayoría nacionalistas, que reivindican sus derechos políticos la mayor parte de las veces utilizando la violencia para alcanzar sus metas. «Estos grupos forman la punta de lanza de un movimiento cada vez más generalizado y difuso en Europa: la alienación de los gobernados al sentirse esclavizados por la máquina compleja de una sociedad industrial.» (Time. 27 de octubre de 1975.) En un mundo cada vez más despersonalizado, caracterizado por la sociedad de consumo y las multinacionales, el individuo tiende a perder el contacto con las instituciones del Estado y a identificarse con grupos minoritarios que representan sus intereses de forma más inmediata. El concepto decimonónico de la nación-Estado con una administración central fuerte empieza a derrumbarse ante la imposibilidad de los gobernantes de frenar los movimientos autonomistas o separatistas dentro de sus fronteras. Sobran los ejemplos.En Irlanda del Norte, una guerra fratricida entre católicos y protestantes ha cobrado más de 1.500 vidas en los últimos ocho años.

En Gran Bretaña, los escoceses y galeses exigen la devolución de sus poderes o el derecho al self government.

En Francia, separatistas corsos y bretones han desencadenado una serie de atentados y actos terroristas contra el Gobierno central.

En Suiza -citada tantas veces como modelo de federalismo- los francoparlantes de la región del Jura bernés han conseguido la creación de un nuevo cantón después de recurrir a enfrentamientos con las fuerzas del orden público y manifestaciones callejeras.

Finalmente, en Euskadi el pueblo vasco ha protagonizado los más graves atentados e incidentes desde la guerra civil en pro de su libertad.

En todos estos casos existe un factor común: la rebelión del individuo contra las estructuras de una sociedad que considera injusta. Un informe reciente del Consejo Mundial de las Iglesias señalaba que las estructuras sociales injustas reflejadas en la explotación económica, la manipulación política, el poder militar, la dominación clasista y las acciones psicológicas sobre los individuos, crean las condiciones favorables a la violación de los derechos fundamentales. Trabajar para los derechos humanos -concluía- es trabajar para cambiar las estructuras sociales injustas.

Es alentador en este sentido apuntar que hay organismos internacionales como la Comisión de los Derechos Humanos y la Subcomisión de la Minorías que están evolucionando cada vez más hacia el reconocimiento a nivel jurídico de la supremacía de los derechos básicos de las personas sobre todos los demás, incluso el tan abusado derecho a la no Injerencia en los asuntos internos de los países miembros, que servía de tapadera en los casos más flagrantes de violaciones de los derechos humanos. Y es que al defender los derechos humanos se está defendiendo los derechos de las minorías. Más aún, probablemente la única defensa eficaz de los derechos de las minorías sea la que garantiza el ejercicio de los derechos humanos a todos y cada uno de los miembros de esas minorías.

Problemas

Uno de los problemas de fondo en el seno de la ONU ha sido justamente la complementación de los convenios y resoluciones existentes en materia de derechos humanos en el plano internacional. De las 100.000 denuncias recibidas por la ONU en los últimos siete años, ni una sola ha podido ser comprobada o investigada, por la falta de colaboración del país implicado. Sin embargo, esta situación puede cambiar radicalmente en las próximas sesiones de la comisión a raíz de las recientes declaraciones de¡ presidente norteamericano Jimmy Carter ante la ONU en el sentido de que los Estados Unidos estarían dispuestos a abordar e investigar denuncias sobre la situación de los derechos del hombre y especialmente de las minorías en ese país. Carter, a su vez, propuso la creación de un alto comisariado dentro de la ONU para velar por los derechos humanos en el mundo. Y añadiríamos: los derechos específicos referentes a las minorías, garantizados por el artículo 27 de los pactos civiles y políticos de la ONU, que declara que: «En los Estados en que existen minorías étnicas, religiosas o lingüísticas no se negará a las personas que pertenezcan a dichas minorías los derechos que les correspondan en común con los demás miembros de su grupo a tener su propia vida cultural, profesar y practicar su propia religión y a emplear su propio idioma.»

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