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Tribuna
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Fuera dependencias

En el deporte de este país, aunque felizmente cada día un poco menos, ha habido desde tiempo inmemorial una distinción muy clara: el fútbol, en un lado, y el resto de los deportes, en el otro. Circunstancias políticas de todos conocidas favorecían y fomentaban aún más el desfase entre los dos apartados.Bien doloroso ha sido comprobar, en el actual año de gracia de 1977, que ni siquiera en fútbol España es una gran potencia. Muy al contrario. El caos económico en el que se encuentran los clubs es lo que predomina. Ellos son los que mandan ante una federación que prefiere dejarles hacer y deshacer -aunque dé la sensación de que noporque así ella también puede mantener su importancia relativa en la «selva» de los intereses creados. Vale más que se hable de fútbol, aunque sea mal.

Pero lo lamentable y triste ahora es que el desastre económico del fútbol español lo tengan también que pagar el resto de los deportes.

Como en este país jamás se le ha dado importancia a esa palabra y a todo lo que suene a educación física del individuo, se montó en su día el imprescindible tinglado económico sobre las quinielas. Se aprovechó,la alienación popular en eltema, por un lado, y, sobre todo, la afición innata del español a jugar para su sustento. El deporte español, pues, ha vivido -Y con la situación económica del país debe seguir viviendo- de un juego benéfico. De limosna, vamos.

Y ahora, cuando los clubs de fútbol ya tienen el agua al cuello con deudas casi sin fin, comienzan las revoluciones. El caso del Barcelona quizá sea el más dramático. Sin título y sin Cruyff, se pide dinero en el momento actual, tan difícil para cualquier bolsillo. Y como aquí no se han tomado aún las medidas drásticas de Italia -congelación de salarios de futbolistas o venta total de jugadores, caso del presidente del Brindisi- otra medida puede ser la supresión de las secciones deportivas, «las deficitarias», las «que no sirven para nada». ¿Hasta cuándo se permitirá esta situación?

No se puede admitir ya que exista esta dependencia y que los deportes en España se sustenten de un hilo futbolístico, cada vez más azotado por vientos peores. La «calda» del fútbol, si es que llega de una vez, hacia una situación económica estable, será arrastrando con toda justicia para él el dinero de las quinielas. Pero no tiene por qué hacerlo hundiendo a los demás. Otro problema más para el paréntesis veraniego del depauperado deporte español.

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