Antecedentes de un carácter
Cervantes, en sufamosa novela «ejemplar» "La gitanilla "escribe:«Parece que los gitanos y gitanas nacieron en el mundo para ser ladrones, nacen de padres ladrones, críanse con ladrones, estudian para ladrones y, finalmente, suelen ser ladrones corrientes y molientes a todo ruedo, y la gana de hurtar.y, el hurtar son en ellos accidentes inseparables... »
Podríamos citar a muchos más. El gitano, visto desde fuera -a través del prisma de exotismo obligado- por una cultura ajena, no deja de ser una ficción, o en el mejor de los casos, un estereotipo producto de nuestra imaginación. «Falta un estudio seno, equilibrado y racional de la realidad gitana española», escribe en su Vida gitana Juan de Dios Ramírez Heredia, el primer gitano español que ha escrito sobre su raza (y recién elegido diputado por Barcelona).¿A qué se debe esta falta de conocimiento de la realidad gitana? Por una parte, la insuficiencia de medios y de especialistas, por otra, la indiferencia oficial y, por qué no decirlo: cierto racismo latente en la sociedad española. Todo ello agravado por la marginación que padece el pueblo gitano desde hace siglos.
La palabra gitano, como gypsy en inglés, es una derivación del egipcio, y se refiere al supuesto origen de los gitanos. Este error, tal vez propagado por los mismos gitanos -quienes no dan gran importancia a la nacionalidad o jurisdíción territorial, por considerarse ciudadanos del mundo-, perduró varios siglos.
Pero, como ya es silbido, los gitanos proceden del norte de la India y empezaron su azaroso nomadeo a partir del siglo XI, corno consecuencia de las invasiones que se sucedieron durante siglos.
Gitanos de España
El gitano español es conocido por el nombre genérico de caló, palabra de origen sánserito (kaló), que significa negro y, sin duda, hace alusión a la característica tez morena de su raza. Los calés, a su vez forman parte del pueblo rom (hombre, en sánscrito), que llegó a Europa en etapas sucesivas. La población romaní europea en la actualidad se calcula en unos cinco-seis millones. No existe un censo oficial de la población gitana española, pero se piensa que puede ser integrada por unas trescientas-quinientas mil personas esparcidas por toda la geografía nacional.Es muy significativo que la mayoría de los datos históricos que poseemos sobre los gítanos españoles pertenecen al catálogo de leyes represivas de las cuales han sido objeto a lo largo de suhistoria. La famosa Pragmática de los Reyes Católicos (1499), por la cual se expulsaba a los gitanos, la Pragmática de 1619 de Felipe III, por la cual se condenaba a muerte a todo gítano que permaneciera en el reino después del destierro: la Pragmática de 1783. bajo Carlos III, por la cual se les conmínaba a abandonar sus trajes y lenguas, y en nuestrosdías, la ley de Vagos y Malcantes y de Peligrosidad Social. Esta última prevé la detención de personas que, sin haber cometido delito alguno, se supone puedan cometerlo. Finalmente, el reglamento de la Guardia Civil (artículo 2), que advierte a los miembros de la Benemérita que «se vigilará escrupulosamente a los gitanos», con las consiguientes vejaciones y arbitrariedades que ya conocemos.
Hemos visto como el gitano ha sido discriminado abiertamente por una serie de leyes represivas a lo largo de su historia. Sin embargo. tendríamos que mencionar una ley que aunque en principio no señala a los gitanos. sí les ha afectado de forma especial desde su promulgación. Nos rerferimos a la ley por la cual se creóel Registro Civil v la oblioación de todo español a registrar el nacímiento de sus hijos a partir de 1870. La indocurnentación es la fuente principal de los graves o problemas jurídicos y legales que acompañan al gitano toda su vida.
Recelo ante la autoridad
Por una serie de motivos, con lo pueden ser la trashumancia, que impide el acceso dentro del plazo establecido a un Registro Civil, la ignorancia sobre la existencia de la propia ley y el tradicional recelo del gitano ante todo lo que provenga de las autoridades, hacen que una gran mayoría del pueblo gitano no figure en el Registro Civil. A partirde este hecho surgen graves complicaciones y el gitano que quiere legalizar su situación se encuentra con un sin fin de obstáculos y pegas. Por ejemplo, al carecer de certificado de nacimiento, no puede contraer matrimonio a menos que consiga una partida negativa del ayuntamiento o en su defecto del parroco de la localida de donde nació.Claro que estos trámites pueden ser sumamente largos y costosos, tampoco hay que olvidar que muchos gitanos Ignoran hasta el nombre del sitio donde nacieron.
Al no estar legalizada la situación matrimonial de los padres, los niños tampoco están inscritos en el Registro Civil, y vuelve a empezar el círculo vicioso. Portanto, la falta del primer documento de inscripción en el Registro Civil puede bloquear la obtención de toda una serie de documentos personales, como el carné de identidad, pasaporte, libro de familia y, por supuesto, la obtención de los beneficios de la Seguridad Social y el derecho de realizar contratos de cualquier índole.
No es una exageración hablar de la situación de ilegalidad o clan destinidad de millares de familias gitanas.
«Delítos» gitanos
En este terreno -de la legalidad- tal vez convendría considerar por un momento el problema de la delincuencia gitana. Los delitos que más frecuentemente se les achaca son los de hurtar y robar. Es el robo, frecuentemente, la consecuencia de la extrema pobreza y dureza de la vida que se ven obligados a llevar los gitanos. «Los robos en que por lo general hemos estado involucrados lo gítanos han sido de comida, imprescindible para el diario sustento, y nunca con afán de lucro o leña para calentarnos en las afuras y heladas noches de invierno.Puede que algún gitano particularmente haya sido involucrado en otro tipo de hurtos, pero nunca de la crivergadura con que no rnalmente se consideran graves delitos», escribe Juan de Dios Ramírez Heredía.
Ciertamente,el tipo de delitos que se les iniputa, por regla general, son los denominados delitos sociales, producto de la miseria y de la dureza que caracterizan la vida gitana. Desgraciadamente, el anticuado Código Penal español (data del siglo pasado) castiga de forma desproporcionada al ladrón de poca monta. Sin embarpo y ahí está lo curioso, delitos de mayor envergadura, como puede representar la evasión de capitales, adulteración de ahmentos o especulación del suelo, raras veces llevan a los tribunales. Qué justificación puede haber para que se aplique la ley con todasu severidad en un caso y no en otro? Por supuesto, ninguna. Se trata simplemente de discríminar contra los miembros más necesitados y débiles de la sociedad.
« Un este pícaro suelo de preocupaciones no es crírnen el robo sino en cuanto es robo de necesidad: quien roba por pasatiempo y por gusto nada tiene que temer.
¿Tienes hambre? ¿Robas a uno sólo una peseta, exponiendo tu vida? Morirás ahorcado, infama do. ,No lo necesitas, robas, sin embargo, millones a una nación entera, sin exponerte a riesgo al guno? Vivirás bien y respetado.» «Qué injusta diferencia», escribió Larra llace más de cien años, lo que dernuestra que poco o nada ha cambiado desde entonces.
Esto nos lleva al obligado tema de la ley gitana. Hay una idea totalmente errónea sobre el particular. Son muchos los payosque creen que el gitano, Por no acatar las leyes payas, no tiene ninguna ley. Sin embargo, nada más falso. El pueblo gitano tiene su propio código -por cierto, no escrito-, que define y regula su conducta y obligaciones dentro de la cornunidad gitana. Es precisamente el respeto a las leyes gitanas la primera obligación del gitano que se aprecie a sí mismo. Desde la cuna hasta la muerte, su vida se rige por estas leyes, y gracias a ellas ha podido sobrevivir su raza.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.