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Reportaje:

Los deficientes mentales exigen una educación física

La educación física es, sin duda, una de las mejores ayudas que puede recibir el deficiente mental de cara a su incorporación a la sociedad. Aunque su inteligencia no puede mejorarse llegado a un límite, su físico sí y es un paso fundamental que puede alargar incluso su vida. Sin embargo, de los 400.000 deficientes que necesitan del deporte en España, sólo una mínima parte de ellos, por uno u otro motivo, lo pueden practicar.

Tan sólo hace nueve años, el Congreso de Siquiatría, reunido en Londres, se opuso a la educación física como sistema terapéutico para el deficiente mental. La imagen del subnormal excesivamente grueso y sin apenas actividad física fue lo normal en los centros de rehabilitación. En 1970, Bélgica, Luxemburgo, Francia, Canadá y Estados Unidos celebraron los primeros Juegos Olímpicos para deficientes mentales. Desde entonces, el deporte se impuso como disciplina básica para la rehabilitación de estas personas. La causa de que en sólo dos años se cambiase tan rotundamente de ideas no hubo que buscarla en altos organismos médicos, sino en la evidente aceptación de los propios deficientes mentales.Es un hecho ya fuera de toda duda que el ejercicio ayuda a coordinar las débiles conexiones entre la mente y el cuerpo. En una gran mayoría de estos enfermos el más grave problema reside, precisamente, en esto. El enfermo que hace deporte consigue mayor dominio de su propio cuerpo, y con ello una indudable aspiración de mejora en todos los niveles. La única condición que acota a la actividad deportiva que puede desarrollar el deficiente mental es la de la agresividad. Por ello, hay una escala de deportes más o menos convenientes. El boxeo y el rugby corren el peligro de desahogar la agresividad de una forma descontrolada, y por ello no son aconsejables, mientras que la natación, el baloncesto, voleibol, y ciclismo son los que mejor desarrollan la coordinación entre extremidades superiores e inferiores. El ciclismo es un caso especial, pues incide en el sentido de equilibrio, cuya falta es la que más acusa, con gran diferencia, el disminuido mental. Por ahora, evidentemente, se trata de ciclismo de paseo y no competitivo.

La otra nota característica que debe predominar en el ejercicio del deficiente mental es la de ausencia del aprendizaje repetitivo. Si el ejercicio se consiguiera a base de una continua repetición, el enfermo llegaría a hacerlo con una gran exactitud, pero no le sería nada rentable para su propia educación. Es por esto por lo que los deficientes mentales deben practicar varios deportes y nunca, uno solo. Al igual que lo ideal es una hora y media diaria de ejercicio.

En busca de una federación

Las recientes jornadas deportivas para deficientes mentales que se celebraron en Vallehermoso fueron un rotundo éxito, que hay que agradecer a Fernando Martín Vicente, encargado de las actividades deportivas del hospital siquiátrico infantil Fray Bernardino Alvarez y acérrimo defensor de esta necesidad social. Si la Federación Española de Minusválidos no se hizo mayor eco de las necesidades de estos deficientes mentales, tras estas jornadas pareció dispuesta a crear dentro de esta misma Federación una sección que encuadrase a éstos. Las conversaciones todavía no han cuajado y si esto no se llevase a cabo, Martín Vicente está dispuesto a crear una federación autónoma que deberá dar cuerpo, organizar competiciones, y buscar responsables deportivos para cada una de las instituciones que hoy funcionan en España. La labor es larga y complicada, pero nunca imposible. Si el hombre de la calle tiene, o debe tener, posibilidades de practicar deporte, más todavía estas personas, para las que el deporte es la disciplina básica de su rehabilitación. En este punto inciden las dificultades económicas. Las jornadas de Vallehermoso se iniciaron sin ningún tipo de ayuda económica que financiase los dos millones que costaron, y sólo al final algunas entidades públicas ayudaron a sufragar los gastos. El crear una federación, con su presupuesto, no va a ser precisamente un camino de rosas; sin embargo, la evidente, necesidad social de que esto se lleve a cabo es de esperar que allane caminos.Es precisamente el carácter social lo que ha hecho que algunos partidos políticos se interesaran en el tema; sin embargo, para el impulsor de las jornadas de Vallehermoso por ahora lo único que han hecho ha sido utilizar a los deficientes mentales para hacer política. Por ello dice no confiar más que en el trabajo y en las realidades, y no en las promesas convenientemente vertidas hacia el problema.

Una realidad mundial

Los recientes Juegos Olímpicos para deficientes mentales, celebrados en París, han sido los octavos. Participaron Francia, Bélgica, Luxemburgo, Canadá y Estados Unidos, países encuadrados en la FAVA (organismo internacional de ayuda al deficiente mental), y que cuenta con la financiación de la Fundación Kennedy. Estos países tienen ya varios años de experiencia en este tipo de disciplina educativa. Estos Juegos reúnen a deficientes mentales que compiten sin límite de edad, divididos según los coeficientes de inteligencia. Resulta algo más que emotivo el ver a una persona de cuarenta años subir a un podio a recoger un trofeo. Tristemente para nuestra sociedad, a esa edad el deficiente mental ha optado por una de las tres únicas soluciones posibles: el manicomio -si la deficiencia mental es grande-, la familia -si existe-, o el taller protegido (si tienen esa suerte).

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