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Rayo y Getafe lograron su objetivo

Felines puso fin durante cinco minutos a las suspicacias que tenía el público sobre el encuentro. El Rayo, pese a que no tenía necesidad de ganar para ascender por la derrota del Oviedo, derrotaba al Getafé que se colocaba así en una incierta situación de descenso. La furiosa reacción de este último equipo motivó que de nuevo el público gritase: «¡Que se besen, que se besen! »; el empate había llegado y el Getafe se había puesto a salvo de un descenso que, de consumarse la derrota, hubiera tenido que afrontar.Los dos equipos jugaron inteligentemente. Con cuatro hombres cada uno poblaron el centro del campo, manteniendo los cuatro defensas que en momentos excepcionales se convertían en tres. Esta era la mejor táctica para estar ambos conjuntos lo suficientemente lejos del área contraria como para no intentar con demasiadas ganas el gol. Con el empate los dos equipos tenían cumplido su objetivo. No era necesario arriesgar y el partido se convirtió, casi sin querer, en uno de guante blanco. Como ejemplo valga el hecho de que en la segunda parte el Getafe sólo hizo una falta; era el minuto 77 y Alfonso zancadilleó a Macua en la línea media del campo.

Los comienzos del encuentro fueron un espejismo. Antes de que se cumplieran los cinco minutos de juego el Getafe había provocado dos peligrosas ocasiones de gol por la movilidad de Romero. Pronto se apagó este ímpetu y el partido entró en su fase lógica de pases atrás, lentitudy juego horizontal cuando un equipo se acercaba al área rival.

En la segunda parte la apatía ofensiva se acentuó porque a los cincuenta minutos del encuentro de Vallecas el Oviedo encajó un segundo gol. La fiesta comenzó en los graderíos porque ya ni perdiendo el Rayo se quedaría un año más en Segunda. Por el Getafe tampoco había que preocuparse. El empate se daba por seguro y este resultado le daba la permanencia. Los remates a puerta se producían muy esporádicamente y desde muy lejos. Las posibilidades de que el marcador se alterase eran muy escasas y el gol de Felines fue toda una sorpresa. Tras él, vino una furiosa reacción del Getafe. Los marcajes del Rayo quedaron descuidados y hasta que Polo marcó, Tanco salvó bajo los palos un remate de Romero, que volvió a jugar con la furia y rapidez de los primeros minutos, el larguero rechazó un disparo de este mismo jugador, Salazar tiró fuera cuando estaba en magníficas condiciones para marcar y Alcázar y Anero salvaron in extremis unas jugadas de Salmerón y Romero respectivamente.

Una vez establecida la calma en el campo y el empate en el marcador, el juego recuperó su lento desarrollo basado en una horizontalidad extrema. En esa fase sólo hubo un tiro a puerta de Uceda desde tan lejos y tan flojo que ni siquiera llegó a Vidal.

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