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El Valencia dio la nota aguda del alirón

Alguien, equivocadamente, dijo, que el Valencia iba para campeón, y el domingo, para acabar la Liga con alguna dignidad, fue y le ganó al poseedor del título. Y, curiosamente, sin tres de sus grandes figuras. El Málaga, que era de Segunda División hace algunas jornadas fue y le ganó el Madrid de Miljanic, que ésta semana se va a México a cumplir eso que los viejos cómicos de la legua llamaban «bolos». Llega el Madrid a México con un cartel de los que no pueden dar muchos dólares. Y el Madrid necesita dineros para recomponerse debidamente.El Atlético es especialista en ir del cero al infinito, y puesto a ser genio y figura se dejó arrebatar el triunfo en el día en que celebraba festejos populares. Encima marcó su segundo gol de penalti y a punto estuvo de que Kempes remachara su título de máximo goleador en el último minuto. Afortunadamente para los jugadores atléticos, el resultado adverso no podía tener ninguna trascendencia. Desgraciadamente para los jugadores valencianistas, el partido ya no tenía la prima barcelonista que hubiera sido previsible de haber estado el campeonato por medio.

Menuda se hubiera formado con el resultado del Manzanares, de haber servido para proclamar campeón al Barça. No hubiera sido inferior a la que han liado los salmantinos con la salvación del Rácing. Que el autogol de Rezza fue un error como otro cualquiera, no se lo van a creen en Zaragoza ni el día del juicio final. Seguramente porque nadie se parará a pensar que el Salamanca ya había sido derrotado en su campo por dos veces y en cinco se había tenido que conformar con la igualada. Las suspicacias en el fútbol son constantes y, por tanto, a nadie debe extrañar que una situación como ésta las produzca. El propio Zaragoza no se fiaba del árbitro que le había correspondido en la confrontación con el Atlético de Madrid y pidió que lo cambiaran. En el fútbol ya nadie se fia ni de su padre.

Si el Málaga hubiera necesitado la victoria sobre el Madrid, para salvarse, ahora andaría medio país hablando de tongo. El tema como no ha tenido complicaciones, únicamente sirve para que los madridistas se hagan más a la idea de que deben variar las estructuras de su casa. El Madrid va a batir todos los records de exportación de divisas, con los fichajes de Netzer, Breitner, Jensen y Stielike, y encima seguirá sin tener a un auténtico líder, sin un hombre capaz de galvanizar al equipo. Porque en el Madrid, si alguien saca las castañas del fuego, es Pirri, al que no hubo necesidad de importar.

Al Barcelona, el concurso de Cruyff sólo le ha producido un título liguero, pero al menos tiene los graderíos llenos cada vez que el tulipán se pasea por el césped. Cuando el Madrid se gastó las perras con Di Stefano hubo quien se rasgó las vestiduras, y ocurrió que nunca ha habido en el Bernabéu un jugador más barato. Tras el fracaso inversor de Miljanic se impone una revisión a fondo. En Málaga, en la jornada final de la Liga, hubo nuevo ensayo de alineación. Con un poco de suerte dentro de tres o cuatro años, de seguir las cosas así, ya habrá equipo. Todo parece indicar, sin embargo, que Bernabéu va a tomar una determinacióri seria, que no es precisamente, la que Félix Fernández desea.

Aunque España no pueda gastar mucha energía, el Valencia sigue, a lo que se ve, sobrado de pesetas y ya ha empezado a gastarlas. Segura mente, para que no vuelvan a jugar algunos de los que ganaron el domingo, único hecho destacable de su temporada. Aunque los intereses bancarios sean cada día superiores, el Barcelona se va a gastar otra millonada para el año que viene, y lo mismo va a suceder con otros clubs cuyas economias están en manos de los bancos. El pobre Samitier se murió pensando que el fútbol no era un negocio, porque no estaba en manos de los banqueros. Como alguno se despertara, un día, de malhumor íbamos a ver estadios convertidos en inmobiliarias, por todas partes. Se entiende, menos en el Bernabéu que sigue siendo zona no edificable. Acabada la Liga sólo queda ver quién va a jugar la Final de Copa con el Athletic de Bilbao.

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