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Normalidad en la jornada electoral israelí

Desde las siete de la mañana hasta las once de la noche, centenares de miles de israelíes han votado para elegir el noveno Parlamento (Knesset) de su historia. El presidente del Estado, Efraim Katzir, dijo a los periodistas, después de votar en la urna de Jerusalén marcada con el número 278, que, contrariamente a los pronósticos más extendidos, no cree que haya grandes dificultades para formar un Gobierno de coalición.Las dos formaciones políticas más importantes que se disputan el poder son la coalición laborista, que dirige Simon Peres, y la oposición nacionalista y derechista, integrada en el partido Likud, mandado por Menaheni Begin. Los comicios han sido considerados los más reñidos de la historia del Estado judío y su resultados pueden desplazar a lo laboristas del poder.

Las últimas encuestas de opinión publicadas daban un ligero margen al laborismo con 39 escaños aproximadamente, Los partidos con más posibilidades de integrar una coalición con el vencedor son el Movimiento Democrático para el Cambio y el Partido Religioso Nacional. El Parlamento israelí tiene 120 escaños. Los 2.200.000 electores israelíes tuvieron el día libre, y las votaciones se desarrollaron con tranquilidad. En la parte oriental de Jerusalén, poblada por más de 80.000 árabes, los comercios abrieron, como todos los días, ya que sus pobladores no votaron, por ser de nacionalidad jordana, desde 1950.

En las presentes elecciones votaron por vez primera 35.000 jóvenes árabes, cuyas preferencias se decantan por el Partido Comunista Rajak, como las del conjunto de los 200.000 árabes residentes en Israel. En el último parlamento, el Rajak tenía cuatro escaños y se espera que los duplique a raíz de estas elecciones. Para los soldados israelíes la jornada electoral no ha sido feriada, y han votado desde los lugares en que cumplen sus misiones habituales. Muchos de ellos son reservistas que pasan cuarenta días de cada año, hasta que cumplen los 54 de edad, en sus unidades.

El Partido Laborista se ha presentado como el único que podría resistir la presión de Estados Unidos para un arreglo impuesto en Oriente Medio, pero las declaraciones del presidente Carter sobre un hogar patrio palestino y las insinuaciones de que Israel debía volver a las fronteras de 1967 han perjudicado al laborismo.

Algunos observadores han apuntado la posibilidad de que, si Estados Unidos ejerce más presión sobre Israel, se forme una «coalición nacional» del laborismo y el Likud.

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