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La joven María Luisa Martínez Vila

De diecisiete años, residente en el barrio grovense de Terra de, Porto, recibió la grata noticia de que le había correspondido más de un millón de pesetas como premio de una quiniela que estaba a punto de caducar. La quiniela corresponde a la jornada veintiuno y la tenía guardada en un sobre sin haber comprobado su fortuna.

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