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España, a la cabeza de la OCDE en aumento de precios

El aumento de los precios y el subsiguiente fenómeno de la inflación constituyen, actualmente, una de las mayores preocupaciones sociales a nivel mundial Ciudadanos y gobiernos; partidos políticos y parlamentos; sindicalistas y empresarios..., todos sitúan la lucha contra la inflación en primer plano de sus proyectos a plazo. La OCDE acaba de hacer públicos los datos relativos a la evolución de los precios en los países miembros durante el pasado mes de febrero. El aumento promediado fue del 1%, con lo que la subida, en el conjunto de los doce últimos meses, alcanza el 8,8 %. Ante ello, los gobernantes se sienten alarmados.

En España, a pesar del ocultismo oficial y el confusionismo generado por la duplicidad de índices y declaraciones, los constantes aumentos de precios —no siempre justificados— son perceptibles cotidianamente por los consumidores, y constituyen una de las inquietudes más importantes que los españoles sienten cara al futuro.

Nuestros niveles de crecimiento de precios rebasan, con mucho, los que afectan al conjunto de países de la OCDE, en la que estamos integrados. Ese 8,8 % de aumento para los últimos doce meses, promediado entre los trece miembros de la organización, puede haber sido ampliamente superado en España cuando media el cuarto mes de 1977 y los pronósticos de algunos expertos afirman que alcanzaremos el 30 % antes de que concluya el año.

Pero lo más grave para la economía española es que, tras figurar en progresiva ascendencia, situados entre los primeros países de la OCDE en lo que a crecimiento de precios se refiere, los datos disponibles sitúan a este país a la cabeza de todos los de la OCDE en enero, y. aunque los datos de febrero no han sido publicados, todos los indicios muestran que el segundo mes del año también colocará a España a la cabeza

Índice de precios al consumo

Los países de la OCDE y, lógicamente, su conjunto, calculan la evolución de los precios en orden a baremos muy similares a los que rigen la elaboración del nuevo índice de precios al consumo —la propia denominación del indicador es similar— en España. Ello es así, hasta el punto de que un grupo de expertos de la organización, que visitó Madrid a finales del pasado mes de marzo, elogió los esquemas en base a los cuales se efectuaba la recogida de datos para la confección del nuevo índice. Estos mismos expertos manifestaron su propósito de recomendar a los países miembros el estudio y adaptación del sistema español a sus respectivos servicios estadísticos. Por todo ello, la comparación con el citado nuevo índice español parece de todo punto fiable e indicativa.

El 3,03 % de aumento registrado en España en enero rebasa con mucho las tasas más elevadas de los países de la OCDE. Y, aun en el caso de que tomáramos como válido el índice viejo —el antaño denostado, de base 1968—, que cifraba el aumento en un 2,39 %, sólo se vería superado por el de Gran Bretaña y por escaso margen.

Todos los países que figuraban junto a España en el grupo de cabeza en el balance de 1976 han visto reducir sus índices de crecimiento de precios, como refleja el cuadro.

Desde 1974, el crecimiento me dio de los precios en el conjunto de países de la OCDE ha descendido, desde el 14 % de ese año, hasta el 8, 6 % del pasado 1976. Por el contrario, España ha visto crecer su índice de precios desde el 14 %, en 1975, al 19.7 % del pasado año.

La Administración se inhibe

A pesar de todo ello, las autoridades económicas españolas no parecen lo suficientemente sensibilizadas por el problema como para emprender un auténtico plan que combata la galopante inflación que padecemos y sus nefastas consecuencias. Tras anunciar en el pomposo programa económico, leído por el ministro señor Carriles el pasado mes de febrero, que la lucha contra los precios sería el objetivo prioritario de la política económica, se inició el baile de informaciones y desmentidos en torno a los trabajos del Instituto Nacional de Estadística, que culminaron con la presentación de tres índices de precios diferentes, previa dimisión del director general, Ricardo Torrón. Por supuesto, sin que dejaran de subir todos los artículos de consumo.

Mientras los franceses se preocupan porque sus precios aumentan un 1 % en los dos primeros meses del año y el Gobierno de Raymond Barre reelabora su programa económico contra la inflación, la economía española camina, de la mano de sus responsables, por los senderos de la incertidumbre, con sucesivas y continuas alzas de todos los precios que agravan las tensiones sociales, ante la progresiva depreciación del poder adquisitivo de rentas y salarios.

Pero no sólo al consumidor afecta el grado de inflación que padece una economía. Todos los aspectos de la actividad, desde el propio proceso productivo hasta el comercio exterior, se ven afectados por un fenómeno que preocupa a escala planetaria y que, en la mayoría de nuestros competidores y países situados en lo que se ha venido en llamar occidente industrializado, ha sido, si no dominado, sí al menos mitigado como de muestran las cifras adjuntas, a las que es preciso nuevamente recurrir.

Al final, el precio de la inflación es para todos muy caro.

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