Abebe Bikila,
en los Juegos Olímpicos de Tokyo, allá por el año 1964, hizo una demostración gimnástica después de ganar la marathón. El etíope -inválido hoy día a consecuencia de un accidente de automóvil- sorprendió a medio mundo con aquella actitud, que sus colegas jamás rememoraron. Y, para muestra, un botón. Theophanis Tsimikaitos, en Atenas, finalizó la marathón y prácticamente se clavó al suelo. Le quedaron ,sí, energías para gritar. Y no como el hincha del Nápoles, un aficionado al fútbol de 180 kilos de peso, que se arrodilló en el estadio antes de comenzar el Nápoles-Anderlecht disputado el miércoles, paria implorar un buen resultado para sus colores. Su humanidad resultó una nota pintoresca entre la tensión de los graderíos. En España, figuras tan llamativas como las del hincha italiano, también se pueden encontrar en los campos de fútbol. Paco Valderas, delegado del Atlético Madrileño, no tiene ningún kilo que envidiarle al «tiffosi» napolitano.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.