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Impresionante funeral por las víctimas del 'jumbo" holandés

En un hangar del aeropuerto de Schippol, Amsterdam, se desarrolló ayer el último acto de la más grande tragedia de la historia de la aviación civil. Decenas de personas ofrecieron su último saludo a las víctimas holandesas del accidente que sufrieron dos jumbos de las compañías KLM y Pan Am hace unos días en la pista de despegue de Los Rodeos. Ramos de flores engalanaban 248 fríos y pesados ataúdes. Enfrente, amigos y familiares pensaban en el destino asignado a cada uno para razonar la desgracia sufrida por tantos pasajeros. En ese momento sobraba cualquier explicación oficial. Los fallos, técnicos o humanos, se pueden corregir, incluso predecir. El límite entre la vida y la muerte tiene una fecha fijada que no aparece en ningún libro, en ninguna intuición ni en ningún presentimiento. Los supervivientes de la catástrofe lo podrían testificar. La violencia del choque y las escenas de terror que se sucedieron después sería difícil repetirlas en un montaje fílmico. Sólo algunos las recordarán para siempre; aquellos a los que la fortuna sonrió.

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